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Jeremías 1 - 4:4 y Salmo 119:73-80

13/7/2012

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         En resumen: Jehová levanta al profeta Jeremías de joven para profetizar su palabra al pueblo de Judá.  Redarguye al pueblo por sus pecados numerosos y escandalosos, pero también les llama a volver a Jehová para encontrar su perdón aún más abundante.
         En más detalle: Los versículos segundo y tercero del libro de Jeremías identifican el largo ministerio que tuvo el profeta: Palabra de Jehová que le vino en los días de Josías hijo de Amón, rey de Judá, en el año decimotercero de su reinado.  Le vino también en días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, hasta el fin del año
undécimo de Sedequías hijo de Josías, rey de Judá, hasta la cautividad de Jerusalén en el mes quinto (Jeremías 1:2-3). Vamos a concentrar primero en esta época
histórica porque al conocerla bien, resolvemos una de las frustraciones más grandes que un lector tiene con el libro de Jeremías.
         La lista siguiente pone en resumen 54 años de la historia de Judá que sirven de trasfondo para el libro de Jeremías.  Repase las referencias de la Biblia para refrescar la memoria de lo que leímos hace unos meses.  Los nombres subrayados en el documento son de personas que aparecen en el libro de Jeremías:
 

Breve introducción al libro de Jeremías: 54 años de historia

640 a.C. – Empieza a reinar Josías (2 Reyes 22 – 25; 2 Crónicas 34 – 36)
·  En el 8º año de su reinado, empieza a buscar a Jehová (2 Cr 34:3)
·  En el 12º año de su reinado, empieza a limpiar la tierra de la idolatría
·  En el 13º año de su reinado, empieza a profetizar Jeremías (Jer 1:2)
·  A los 18 años de su reinado, vuelven a encontrar el libro de la ley (2 Reyes 23:21-23; 2 Crónicas 35:1-19); continúan las reformas

609 a.C. – Muere Josías en batalla contra Faraón Necao (2 Reyes 23:29-30; 2 Crónicas 35:20-24); Jeremías lo endecha (2 Cr 35:25); cumple unos 19 años como profeta de Jehová.
    El hijo de Josías, Salum / Joacaz reina en Jerusalén por tres meses; el Faraón lo lleva al exilio en Egipto y lo reemplaza con su hermano Eliaquim / Joacim; Judá pierde su independencia.

605 a.C. – Egipto pierde la batalla de Carquemis; Nabucodonosor toma control de Judá y toma los de la primera ola del exilio (incluyendo a Daniel y sus compañeros).

598 a.C. – Nabucodonosor saquea a Jerusalén y lleva a un segundo grupo al exilio (que incluye al profeta Ezequiel).  Joacim, que había rebelado contra Nabucodonosor, muere antes de ver su derrota.  Su hijo de 8 años, Joaquín, reinó 3 meses y 10 días, lo suficiente de tiempo para rendirse a Nabucodonosor y ser llevado al cautiverio también.

597 a.C. – Nabucodonosor nombra a Sedequías, hermano de Joacim, rey de Judá.

586 a.C. – Por la rebelión de Sedequías contra Babilonia, Nabucodonosor toma a Jerusalén otra vez y la destruye, llevando a casi toda la población al exilio (la 3ª ola del exilio).  Deja al profeta Jeremías (que ahora cumple 41 años como profeta) y algunos pobres de la tierra bajo el mandato de su gobernador Gedalías.
    Gedalías es asesinado; los judíos que se quedan huyen a Egipto para evitar las represalias de Nabucodonosor; llevan a Jeremías con ellos contra su voluntad; declara sus últimas profecías en camino.

         Ahora que ha visto la cronología de esta época, fíjese en estos detalles.  Primero, abra su Biblia a leer Jeremías 21:1-2: Palabra de Jehová que vino a Jeremías, cuando el rey Sedequías envió a Pasur hijo de Malquías y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, para que le dijesen: Consulta ahora acerca de nosotros a Jehová, porque Nabucodonosor rey de Babilonia hace guerra contra nosotros; quizá Jehová hará con nosotros según todas sus maravillas, y aquél se irá de sobre nosotros (Jeremías 21:1-2).  ¿Cuándo ocurrió este evento según la cronología que acabamos de ver arriba?  Fue del reinado de Sedequías, después de que se rebeló
contra Nabucodonosor de Babilonia.  Sedequías desea saber cómo va a terminar la
batalla que los caldeos han levantado contra él por la rebelión y espera que tal vez Jehová le da la victoria.  En cambio, Jeremías le profetiza: He aquí yo vuelvo atrás las armas de guerra que están en vuestras manos, con que vosotros peleáis contra el rey de Babilonia…  Entregaré a Sedequías rey de Judá, a sus criados, y al pueblo y a los que queden de la pestilencia, de la espada y del hambre en la ciudad, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia (Jeremías 21:4, 7).  Su rebelión va a terminar en la destrucción de Jerusalén y el exilio de la casa real que ocurrió en 586 a.C.  Entonces, con la profecía de Jeremías 21, estamos en el año 589 o 588 a.C.  Apunte estos años.
         Segundo, adelántese a Jeremías 24 y lea: Después de haber transportado Nabucodonosor rey de Babilonia a Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, a los príncipes de Judá y los artesanos y herreros de Jerusalén, y haberlos llevado a Babilonia, me mostró Jehová dos cestas de higos puestas delante del templo de Jehová (Jeremías 24:1).  ¿Cuándo ocurrió este evento según la cronología que vimos
arriba?  Es después de la derrota de Jerusalén y el exilio parcial de 598 a.C.  Poco después de este evento, Jehová le revela a Jeremías la profecía de las dos cestas en Jeremías 24.  Apunte este año también.
         Tercero, adelántese a Jeremías 25 y lea: Palabra que vino a Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, el cual era el año primero de Nabucodonosor rey de Babilonia (Jeremías 25:1).  ¿Cuándo
fue según la cronología que vimos arriba?  Es durante el reinado de Joacim.  Las palabras: El año primero de Nabucodonosor rey de Babilonia (Jeremías 25:1) refiere a al primer año de Nabucodonosor con autoridad sobre el territorio de Judá (no del primer año que fue rey de Babilonia), al 605 a.C.  Apunte este año también.  Es cuando Jeremías da la profecía sobre los 70 años de exilio que el pueblo va a pasar en Babilonia.
         Cuarto, adelántese a Jeremías 26 y lea: En el principio del reinado de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra de Jehová (Jeremías 26:1).  ¿Cuándo ocurrió según la cronología arriba?  El primer año de Joacim fue 609 a.C.  Apunte este año también; es de la profecía de Jeremías sobre la destrucción del templo.
         Entonces, para resumir:
         1)  Jeremías 21:1-2 – Sedequías pide profecía cuando Nabucodonosor marcha contra Jerusalén, aproximadamente 589 o 588 a.C.
         2)  Jeremías 24:1 – La profecía de las dos cestas, 598 a.C.
         3)  Jeremías 25:1 – La profecía sobre los 70 años de exilio, 605 a.C.
         4)  Jeremías 26:1 – La profecía contra la seguridad en el templo, 609 a.C.

         ¿Ve la dificultad en leer el libro de Jeremías?  Nos adelantamos en la lectura,
pero en esta sección, ¡la cronología anda al revés!  En todas nuestras lecturas de la Biblia por la ley y los libros históricos, nos acostumbramos a leer según el orden
cronológico por la mayor parte.  Aún el libro de Isaías siguió un orden cronológico en lo general.  Pero en el libro de Jeremías, un libro muy ligado a los eventos históricos, hay un desorden cronológico notable.  Si lo leemos pensando que va a seguir el orden cronológico, nos quedaremos muy confundidos… y por eso se desaniman muchos lectores del libro de Jeremías la primera vez que lo leen.
         Por eso, para leer con provecho el libro de Jeremías, tenemos que preguntarnos: Si no se organizó este libro por el orden cronológico, entonces ¿qué orden sigue para que asimilemos todas las profecías del libro?  En nuestras lecturas, vamos a guardar en mente este esquema general:
         Capítulos 1 – 26 – Se destacan mensajes del juicio divino contra Judá por sus pecados… y la posibilidad de evitarlo por el arrepentimiento.
         Capítulos 27 – 36 – Se destacan mensajes del juicio divino contra Judá por sus pecados… y la oportunidad por el arrepentimiento general se ha cerrado.  Pero Jehová por su gracia va a preservar un remanente, una pequeña parte de su pueblo que en el futuro disfrutará en abundancia los beneficios del pacto.
         Capítulos 37 – 45 – La destrucción de Jerusalén
         Capítulos 46 – 51 – Decretos proféticos de Jehová sobre las naciones
         Capítulo 52 – De nuevo se narra la destrucción de Jerusalén

         Mejor preparados ahora para leer este gran libro de profecías, continuamos con nuestro estudio de Jeremías 1 – 4:4.
         Note el llamado del profeta en Jeremías 1:4-10.  La manifestación de Jehová
no es tan impresionante y gloriosa como el llamado del profeta Isaías en Isaías 6; tal vez el llamado de Jeremías tiene más en común con el de Moisés en Éxodo 3 – 4 en que se enfoca en la comunicación de Jehová y la incapacidad que el profeta se siente para cumplirla.  Pero hay una gran diferencia también – mientras Moisés fue mandado con un mensaje de redención para el pueblo de Jehová, Jeremías les fue mandado principalmente con un mensaje de juicio… pero con esperanza al final también: Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar 
(Jeremías 1:10).
         Luego la palabra de Jehová llega a Jeremías por dos visiones con su interpretación.  La primera es de una vara de almendro (Jeremías 1:11), un árbol común en su pueblo de origen, Anatot (Jeremías 1:1), cinco kilómetros al norte de Jerusalén.  Era el primero que florecía en la tierra prometida después del invierno, 
anunciando el pronto inicio de la primavera.  Aquí anuncia el pronto inicio
del cumplimiento de la palabra de Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra (Jeremías 1:12).
         ¿Qué palabra pondrá por obra?  Esto vemos en la segunda visión: Veo una olla que hierve; y su faz está hacia el norte (Jeremías 1:13).  Jehová le da la interpretación: Del norte se soltará el mal sobre todos los moradores de esta tierra (Jeremías 1:13).  Igual como en las generaciones pasadas los asirios bajaron a la tierra prometida del norte por los caminos intercontinentales para descargar el
juicio de Jehová sobre Israel, ahora van a llegar los caldeos de Babilonia por los mismos caminos para juzgar a Judá.  Porque he aquí que yo convoco a todas las familias de los reinos del norte, dice Jehová; y vendrán, y pondrá cada uno su campamento a la entrada de las puertas de Jerusalén, y junto a todos sus muros en derredor, y contra todas las ciudades de Judá.  Y a causa de toda su maldad proferiré mis juicios contra los que me dejaron, e incensaron a dioses extraños, y la obra de sus manos adoraron (Jeremías 1:15-16).
         ¿Cómo va a poder anunciar esta clase de juicio un joven inseguro que acaba de declarar: ¡Ah!  ¡Ah, Señor Jehová!  He aquí, no sé hablar, porque soy niño (Jeremías
1:6)?  Por el poder de Jehová: He aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes, y el pueblo de la tierra.  Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte (Jeremías 1:18-19).
         En Jeremías 1:16, Jehová identificó la idolatría como la razón por la descarga de su juicio.  En capítulos 2 y 3 explica en más detalle la doble ofensa de ese pecado:
Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua (Jeremías 2:13).  Han abandonado la devoción de sus antepasados a Jehová… para refugiarse en una idolatría que no los puede salvar: Como se avergüenza el ladrón cuando es descubierto, así se avergonzará la casa de Israel, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, que dicen a un leño: Mi padre eres tú; y a una piedra: Tú me has engendrado…  ¿Dónde están tus dioses que hiciste para ti?  Levántense ellos, a ver si te podrán librar en el tiempo de tu aflicción (Jeremías 2:26, 27, 28).
         Por seguir la vanidad de la idolatría, se han hecho vanos, mucho menos que el pueblo ideal que habría sido si hubieran seguido la ley de Jehová.  En vez de una esposa fiel, son comparados a una ramera sin vergüenza (Jeremías 2:20; 3:3).  En vez de una vid escogida de simiente verdadera, son sarmiento de vid extraña (Jeremías
2:21).  Su afán por la idolatría es comparable al celo de un animal (Jeremías 2:23-24).  La doble ofensa de su pecado ha hecho que se convirtieron de lo ideal al vergonzoso, animal y extraño.
         Por eso Jehová los ha reprendido… pero no han recibido la corrección.  En cambio, han reaccionado en violencia contra Jehová (Jeremías 2:30), lo han olvidado (Jeremías 2:32), añaden a su pecado de la idolatría los de la opresión y la
injusticia (Jeremías 2:34) y como en los tiempos de Isaías, buscan la seguridad
en Egipto (Jeremías 2:36-37).  No han aprendido del juicio severo descargado en Israel cuando fueron exiliados por los asirios en 722 a.C., y ahora, ¡la han sobrepasado en maldad!  Ha resultado justa la rebelde Israel en comparación con la desleal Judá (Jeremías 3:11).
         Por eso es asombrador que después de tantos pecados y tanto menosprecio a Jehová, todavía existe la posibilidad de ser perdonado y restaurado por Él: Tú, pues,
has fornicado con muchos amigos; mas ¡vuélvete a mí! dice Jehová (Jeremías 3:1).  Le llama a Israel para dar ejemplo a Judá mientras hay tiempo para arrepentirse: Vuélvete, oh rebelde Israel, dice Jehová; no haré caer mi ira sobre ti, porque misericordioso soy yo, dice Jehová, no guardaré para siempre el enojo (Jeremías 3:12).  Le llama a Israel (y a Judá) a un arrepentimiento verdadero a que puede
responder con restauración: Reconoce, pues, tu maldad, porque contra Jehová tu
Dios has prevaricado, y fornicaste con los extraños debajo de todo árbol frondoso, y no oíste mi voz, dice Jehová.  Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque yo soy vuestro esposo; y os tomaré uno de cada ciudad, y dos de cada familia, y os introduciré en Sion (Jeremías 3:13-14).  Otra vez vemos, como en el libro de Isaías, el deseo de guardar un remanente de la destrucción del juicio, un remanente humilde y arrepentido que va a confiar en Jehová en medio de la tribulación del juicio.  Después del juicio, el remanente va a disfrutar una justicia incomparable
con su experiencia presente (Jeremías 3:14-18; 4:1-2).  Pero el único camino por el cual encontrar esta bendición es el arrepentimiento: Circuncidaos a Jehová, y quitad el prepucio de vuestro corazón, varones de Judá y moradores de Jerusalén; no sea que mi ira salga como fuego, y se encienda y no haya quien la apague, por la maldad de vuestras obras (Jeremías 4:4).
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    Rev. Ken Kytle, pastor de la Iglesia bautista La fe en Cristo cerca de Atlanta, Georgia, EEUU.

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