De nuevo, Job rechaza su argumento; sarcásticamente dice: Ciertamente vosotros sois el pueblo, y con vosotros morirá la sabiduría (Job 12:2). Más directamente dice: Ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira; sois todos vosotros médicos nulos. Ojalá callarais por completo, porque esto os fuera sabiduría (Job 13:4-5). Está de acuerdo con ellos que con Dios está la sabiduría y el poder: En su mano está el alma de todo viviente, y el hálito de todo el género
humano… Con Dios está la sabiduría y el poder; suyo es el consejo y la inteligencia (Job 12:10, 13). Pero según Job, lo que ellos no ven es que Dios también causa la
injusticia: Él hace andar despojados de consejo a los consejeros, y entontece a los jueces… Priva del habla a los que dicen verdad, y quita a los ancianos el consejo…
Él multiplica las naciones, y él las destruye… Él quita el entendimiento a los jefes del pueblo de la tierra, y los hace vagar como por un yermo sin camino (Job 12:17, 20, 24). Por eso, Job no se contenta por discutir con sus amigos ciegos a la relación entre Jehová y la injusticia; pide nada menos que una entrevista con Dios: Yo hablaría con el Todopoderoso, y querría razonar con Dios (Job 13:3).
Job imagina su día para justificarse con Jehová: A lo menos dos cosas no hagas conmigo; entonces no me esconderé de tu rostro: aparta de mí tu mano, y no me asombre tu terror. Llama luego, y yo responderé; o yo hablaré, y respóndeme tú (Job 13:20-22). Algunas cosas quiere saber, en acusación contra Dios: ¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo? Hazme entender mi transgresión y mi pecado. ¿Por qué escondes tu rostro, y me cuentas por tu enemigo? (Job 13:23-24) Si tiene esta oportunidad, está seguro que se podrá justificar delante de Dios, aún si tiene que pasar por la muerte: ¡Oh, quién me diera que me escondieses en el Seol, que me encubrieses hasta apaciguarse tu ira, que me pusieres plazo, y de mí te acordarás!
Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación (Job 14:13-14).
Pero de nuevo contempla su sufrimiento, y de nuevo se desespera de la
liberación. Otra vez le acusa de injusticia a Dios: Las piedras se desgastan con el agua impetuosa, que se lleva el polvo de la tierra; de igual manera haces tú perecer la esperanza del hombre. Para siempre serás más fuerte que él, y él se va; demudarás su rostro, y le despedirás (Job 14:19-20). Todavía lucha con la
relación entre Dios y la injusticia de su sufrimiento.