una conquista militar por afligirse con una cirugía que requiere unos días de
recuperación? Luego paran para celebrar la fiesta de los panes sin levadura. Pero, ¿no dan más tiempo a sus enemigos ahora para que se preparen por la batalla?
Estos y otros detalles de Josué 5 – 6 parecen raros si los consideramos según una perspectiva militar moderna. Pero si nos acordamos de Números 31 y la lección sobre la guerra como un rito, un acto santo mandado por Jehová ycumplido en obediencia igual como la presentación de una ofrenda, entonces esos detalles de la batalla de Jericó tienen más sentido.
Primero, la batalla no es dirigida por Josué y los israelitas sino por Jehová, representado por el varón con la espada desenvainada en su mano (Josué 5:13-15).
Josué, el líder de todo el ejército de Israel, responde en la actitud apropiada – no por sugerirle una estrategia, no por ponerse a su lado y desenvainar su espada también, sino por postrarse en tierra en adoración y quitarse el calzado de sus pies, en sumisión completa.
Segundo, igual como la batalla contra Madián en Números 31, se llevan los vasos del santuario, en este caso el arca del pacto, para demostrar la Presencia de Jehová como Guerrero peleando contra sus enemigos. No es tanto una guerra
de Israel contra Jericó sino de Jehová contra Jericó. En vez de utilizar las fuerzas naturales para destruirlos como hizo contra Sodoma y Gomorra o contra Egipto, utiliza al ejército de su pueblo santo.
Tercero, los israelitas tratan a Jericó como una ofrenda de holocausto: destruyeron todo lo que había en la ciudad a espada, personas y animales, y luego consumieron toda la ciudad en fuego. De acuerdo con las reglas de Números 31, todo lo que pasó por el fuego fue entregado al tesoro de la casa de Jehová.
Si reconocemos el aspecto ritual de la batalla, es aún más sorprendente la salvación de Rahab y su familia. Según la ley, deben haber perecido con
el resto de la ciudad. Más que la recompensa por un favor a los dos espías, sus vidas son salvadas de la ira justa de Jehová, protegidas por su misericordia. Aún en medio de su juicio justo, Jehová otra vez preserva a un remanente cuya fe reposa en Él, igual como hizo a Noé y su familia, a Lot y su familia, a todos los israelitas cuando salieron del Mar Rojo, y a Josué y Caleb cuando salieron del desierto y entraron la tierra prometida. De nuevo vemos por Rahab y su familia que la fe en la palabra de Jehová es la respuesta apropiada de su pueblo verdadero mientras la hora del juicio abrasador se acerca.