Note los temas principales de su oración:
1) la unión entre el Padre y el Hijo y su glorificación mutua (Juan 17:1-5);
2) que los discípulos, los que reconocen la unión entre el Padre y el Hijo, los glorifiquen también (Juan 17:6-10);
3) Entonces vuelve al tema de la unión: que el Padre guarde a los discípulos para que reflejen la unión entre el Padre y el Hijo (Juan 17:11-12);
4) que sean santificados, guardados como instrumentos escogidos del Padre y del Hijo en el mundo que no los reconoce, en el mundo donde son enviados (Juan 17:13-19).
Cuando Jesús ora por sus discípulos futuros en la última parte del capítulo (Juan 17:20), no nos sorprende que vuelva a orar de los mismos temas:
1) Hace referencia otra vez a la unión entre el Padre y el Hijo (Juan 17:21, 22).
2) Desea que los discípulos los glorifiquen y aún participen en esta unión (Juan 17:21, 23, 26).
3) Desea que el Padre los guarde en unidad (Juan 17:21-23),
4) y que sean santificados en el mundo, especialmente por ser la reflexión del amor que hay entre Padre e Hijo (Juan 17:24-26).
Ahora que entendemos la estructura de la oración en Juan 17 y de la enseñanza en la lectura anterior (Juan 13 – 16), ¡tenemos mucho en que meditar! Si estos temas son las prioridades en la oración de Jesús, deben ser nuestras prioridades en la oración y en nuestro diario vivir también:
1) la alabanza y la adoración al Padre y al Hijo por la unión entre ellos;
2) el profundo agradecimiento por poder participar en esta unión por la crucifixión de Jesucristo y por el Espíritu Santo que nos envió;
3) que oremos a Dios que guarde la unidad con nuestros hermanos en Cristo Jesús, y que sea un reflejo del amor que existe entre el Padre y el Hijo;
4) que andemos santificados en este mundo que nos malentiende y nos persigue, instrumentos escogidos para demostrar el amor a nuestros hermanos en Cristo Jesús y al mundo que necesita el mensaje de la salvación.
Al orar esta semana, permitamos que estas prioridades en la oración de Jesús transformen las nuestras. Que adoremos al Padre y al Hijo por la unión y el amor mutuo que hay entre ellos. Que oremos y pongamos en práctica este amor con nuestros hermanos, un amor único que el mundo no conoce y no puede reflejar. Me entusiasmo a pensar cómo Dios nos puede transformar a nosotros y nuestras iglesias si oramos de acuerdo con su palabra en Juan 13 – 17.