que van a sacudir a toda la nación por sus acciones.
Antes de repasar los eventos de la primera historia, sería bueno acordarnos de la actitud que los israelitas tienen que guardar hacia la religión cananea. Así habéis de hacer con ellos: sus altares destruiréis, y quebraréis sus estatuas, y destruiréis sus imágenes de Asera, y quemaréis sus esculturas en el fuego. Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra (Deuteronomio 7:5-6).
Las diferencias entre la religión de los israelitas y la cananea son más que el monoteísmo y politeísmo, la falta de imágenes y el uso frecuente de imágenes. Para los israelitas, la santidad de Jehová es predominante. Como hemos visto en Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, su santidad es devastadora, y los israelitas tienen que temerla y someterse gozosamente a su ley para andar en una relación privilegiada con él y evitar la destrucción. Tienen que ser santos como Él es santo. Pero para los cananeos, los dioses están para ser manipulados, lisonjeados y apaciguados para seguir la agenda que uno mismo propone por su prosperidad y protección. Si encuentra al mago indicado por un precio aceptable (como Balac intentó a contratar y convencer a Balaam en Números 22 – 24), puede manipular las bendiciones y las maldiciones para que la agenda personal o nacional se avance. Igualmente sirve la actividad sexual (por ejemplo en el caso de Baal-peor en Números 25:1-3) y la violencia. En vez de vivir por una ley que los dirige a la santidad, los cananeos utilizan las imágenes, el sexo, la violencia y el dinero para promocionar sus agendas personales.
Entonces, hay diferencias fundamentales entre la santidad de Jehová y la manipulación egocéntrica de la espiritualidad cananea, y es imposible combinarlas. O la santidad de Jehová va a destruir la religión cananea o la religión cananea va a penetrar y degenerar la devoción a Jehová. Y si alguien intenta a combinarlos, el resultado es como Jueces 17 – 18: una religión inventada, creada personalmente y en búsqueda de la legitimidad, la prosperidad y la influencia, con el nombre de Jehová invocado sobre todo para santificar sus deseos.
Tal religión sería absurda y risible si no fuera por su poder para engañar.
Increíblemente: Los hijos de Dan levantaron para sí la imagen de talla; y Jonatán hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos fueron sacerdotes en la tribu de Dan (Jueces 18:30). La capilla personal de un hombre engañado llegó a engañar a toda una tribu de Israel.
Y sus consecuencias serán nacionales, porque van a continuar a adorarlo: Hasta el día del cautiverio de la tierra (Jueces 18:30). En futuras lecturas veremos que esta religión ilegítima se expande en el reino de Jeroboam, contamina a todo Israel y causa el exilio de diez tribus de la tierra prometida… todo por una que intentó a combinar la santidad de Jehová y la manipulación cananea como si el segundo mandamiento no existiera: En verdad he dedicado el dinero a Jehová por mi hijo, para hacer una imagen de talla y una de fundición (Jueces 17:4). Por eso insistió Jehová en que destruyeran toda la evidencia de la religión cananea, no sólo de la tierra sino de sus corazones también, por la protección del pueblo de su
devastadora santidad.
El retrato del segundo levita en la lectura no es favorable: es un hombre insensible que vive por gratificar sus deseos carnales y por protegerse aún a expensas de su concubina. Pero cuando su insensibilidad y la gratificación de sus deseos carnales son superadas por las de los hombres de Gabaa de Benjamín, responde con celo: Llegando a su casa, tomó un cuchillo, y echó mano de su concubina, y la partió por sus huesos en doce partes, y la envió por todo el territorio de Israel (Jueces 19:29). ¿Será motivado más por la ofensa a sus propios derechos o por celo por la santidad de Jehová? Lo que sea su motivación, su mensaje es impactante: Y todo el que veía aquello, decía: Jamás se ha hecho ni visto tal cosa, desde el tiempo en que los hijos de Israel subieron de la tierra de Egipto
hasta hoy. Considerad esto, tomad consejo, y hablad (Jueces 19:30). Se ha despertado Israel… pero, ¿para qué fin?