En más detalle: La queja de Jeremías en Lamentaciones 3:1-18 se compara sólo con las quejas de Job en lo más oscuro de su tribulación. Pero como vimos en Lamentaciones 1 – 2, el profeta continúa a confiar en la misma mano que lo
disciplinó.
En palabras que nos deben hacer temblar, reconoce que aún en medio del castigo se reveló la misericordia de Jehová, porque su castigo no fue tan duro como merecía: Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos (Lamentaciones 3:22). Reconoce que las misericordias de Jehová nunca se apagaron ni aún en sus tribulaciones más fuertes: Porque nunca decayeron sus misericordias (Lamentaciones 3:22). En cambio, al reconocer la fidelidad y la perseverancia de las misericordias de Jehová, puede anunciar: Nuevas son cada mañana (Lamentaciones 3:23).
Por eso espera que la mano que le dio la dura disciplina vuelva a extenderse en compasión y restauración. Se atreve a pensar que mientras abunda la tribulación, puede sobreabundar la gracia de Jehová: Grande es tu fidelidad (Lamentaciones 3:23). Siendo así, el tesoro de más valor que tiene no es ninguna propiedad ni joya ni bien material sino Jehová mismo: Mi porción es Jehová, dijo mi alma (Lamentaciones 3:24). Note como resalta el nombre de Jehová. Como vimos en nuestro estudio de Éxodo 3:13-15, su propio nombre declara que Él siempre era, es y será fiel, y que siempre era, es y será ligado a su pueblo para cumplir las promesas del pacto; por eso anuncia Jeremías: Por tanto, en él esperaré (Lamentaciones 3:24). Por conocer el significado del nombre de Jehová, puede declarar en medio de la peor tribulación: Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová (Lamentaciones 3:25-26).
Como el profeta ha encontrado consuelo en el reconocimiento de las misericordias de Jehová declaradas aún en su nombre, puede dirigirse al remanente atribulado para consolarlo: Que se siente solo y calle, porque es Dios quien se lo impuso; ponga su boca en el polvo, por si aún hay esperanza; dé la mejilla al que le hiere, y sea colmado de afrentas. Porque el Señor no desecha para siempre; antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias; porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres (Lamentaciones 3:28-33).
Todavía hay muchas quejas más y lamentos en dolor inimaginable en el resto de la lectura para hoy, pero por la esperanza en las misericordias de Jehová, son convertidos a clamores en intercesión por el remanente: Acuérdate, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido; mira, y ve nuestro oprobio… Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos; renueva nuestros días como al principio (Lamentaciones 5:1, 21).
Cuando nos toca la tribulación, ¿nos acordaremos de las misericordias de Jehová evidentes aún en medio de nuestros dolores?