Jesús les dijo a los discípulos claramente lo que le esperaba en Jerusalén: El Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles; y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará (Marcos 10:33-34). Esta preparación fue llamativa junta con lo que Jesús les declaró en Marcos 14. Después de que fue ungido con el perfume de nardo puro de mucho precio, reprendió a los que criticaban a la mujer y dijo: A mí no siempre me tendréis. Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura (Mateo 14:7-8).
¿Jesús está conversando de su muerte en vez de reinar sobre Jerusalén en justicia? ¿Esta mujer no puede hacer nada más que preparar a Jesús por su sepultura? ¿Qué pasó con la gloria del Mesías de los primeros capítulos? Aunque Marcos no nos describe los pensamientos de Judas, creo que es significativo que inmediatamente después de esta referencia a su sepultura, va a los principales sacerdotes para entregarlo. En la mente suya, no hay oportunidad para la gloria. Jesús hasta promociona su muerte. Mejor sería sacar algún provecho de la situación antes de abandonarla.
Cada lector del evangelio de Marcos tiene que enfrentar la misma inconformidad según el pensamiento del mundo. ¿Cómo vamos a reaccionar a este Ser glorioso que a la vez sufrió la vergüenza horrible? Los lectores judíos en particular van a asociar la crucifixión de Jesucristo con la vergüenza, porque dice la ley: Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado (Deuteronomio 21:22-23). ¿Cómo puede el Ungido de Dios a la vez ser maldito por Dios?
El apóstol Pablo explica la gloria y la vergüenza en la crucifixión: Cristo [su título de gloria] nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero) (Gálatas 3:13). La maldición cayó en Jesús, pero no era una maldición merecida por él, sino la nuestra por nuestras rebeliones contra Dios. De acuerdo con lo que vimos en nuestro repaso de Mateo 26 – 27: Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros (Isaías 53:6). Mientras otros sólo ven en la cruz vergüenza, nosotros los cristianos vemos gloria, la gloria de nuestro Redentor que sufrió la vergüenza por nosotros, la gloria de él que dio su vida en rescate por muchos.
¿Cómo reacciona usted a la vergüenza de la cruz?