responder a la gloria de Jesús con fe.
En más detalle: Mateo 11 empieza con una reacción de confusión al ministerio público de Jesús. El profeta Juan el Bautista fue encarcelado en Mateo 4:12 y no ha participado en ninguno de los eventos y las enseñanzas de allí en adelante. Escuchó de los hechos de Jesucristo (Mateo 11:2), pero se supone que la llegada del reino de los cielos incluye la libertad a los cautivos y a los presos, apertura de la cárcel (Isaías 61:1). ¿Por qué se queda Juan en la cárcel, entonces? En vez de simplemente desanimarse, Juan el Bautista hace lo que todos debemos hacer con nuestras dudas o confusiones; las llevó a Jesucristo: Le envió dos de sus discípulos, para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? (Mateo
11:2-3)
La respuesta de Jesús es impresionante porque se da a entender que hizo todas las acciones descritas allí mismo, delante de los ojos de los discípulos de Juan: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los
leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio (Mateo 11:5). También es impresionante porque responde que sí, Jesús está cumpliendo las señales que caracterizan la llegada del Mesías:
1) “Los ciegos ven” – Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos… (Isaías 42:6-7) Guiaré a los ciegos por camino que no sabían, les haré andar por sendas que no habían conocido; delante de ellos
cambiaré las tinieblas en luz, y lo escabroso en llanura. Estas cosas les haré, y no los desampararé (Isaías 42:16).
2) “Los cojos andan… los sordos oyen” – En aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y las tinieblas (Isaías 29:18). Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo (Isaías 35:5-6).
3) “Los muertos son resucitados” – Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! (Isaías 26:19) Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío (Ezequiel 37:12-13).
4) “A los pobres es anunciado el evangelio” – Entonces los humildes crecerán en alegría en Jehová, y aun los más pobres de los hombres se gozarán en el Santo de Israel (Isaías 29:19). El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos (Isaías 61:1).
Jesús les da evidencia amplia a los discípulos de Juan que es el Mesías, aunque no ha cumplido las profecías sobre la justicia contra los malhechores todavía; no ha quemado la paja en fuego que nunca se apagará como Juan predicó (Mateo 3:12). De todas formas, Jesús les da evidencia más que suficiente para aclarar la confusión de Juan, al punto que le advierte: Bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí (Mateo 11:6). Con la respuesta, Juan no se puede quedar en la duda o la confusión; tiene que responder con la fe segura.
Es notable ver en Mateo 11 – 13 dos reacciones más de confusión. Los discípulos le van a preguntar a Jesús: ¿Por qué les hablas por parábolas? (Mateo 13:10) Los de la sinagoga de Nazaret van a decir: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? (Mateo 13:54) Con la confusión de Juan, estas preguntas nos permiten ver que aún la gente más cercana a Jesús tenía preguntas
o dudas sobre su ministerio y su identidad. Y en todos estos casos, las respuestas
de Jesús y la evidencia mesiánica deben ser suficientes para moverlos de la
confusión a la fe… o dejarlos fuera del reino de los cielos, culpables por la falta de fe (Mateo 13:57-58).
También es notable que Jesucristo y Mateo vayan repetidas veces al Antiguo Testamento para subrayar la revelación de su identidad y gloria:
1) Ya vimos que Jesús cumplió las acciones mesiánicas para contestar la duda de Juan el Bautista.
2) Mide la falta de arrepentimiento de las ciudades alrededor por compararlas con Tiro y Sidón, dos ciudades que son condenadas por su avaricia, materialismo, injusticia económica y soberbia en profecías como Isaías 23 y Ezequiel 26 – 28, y con Sodoma, la ciudad consumida por el juicio divino en Génesis 18:24-25 (Mateo 11:20-24).
3) Responde a la acusación de los fariseos sobre el día de reposo con una referencia sobre el rey David cuando comió los panes de la proposición del tabernáculo en 1 Samuel 21:1-6 (Mateo 12:3-4).
4) Hace referencia a las tareas diarias que cumplen los sacerdotes en el templo si es el día de reposo o no (Mateo 12:5; por un ejemplo entre muchos, véase Números 28:9-10).
5) Cumple la profecía de Isaías 42:1-4 en su compasión a los necesitados y su deseo de callar el entusiasmo por sus milagros (Mateo 12:15-21).
6) Enseña que como Jonás estuvo en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará Él en el corazón de la tierra (Mateo 12:40).
7) Los hombres de Nínive y la reina del Sur (o la reina de Sabá, de 1 Reyes 10:1-10 y 2 Crónicas 9:1-9) van a condenar a los de la generación de Jesús por su falta de fe en Él (Mateo 12:41-42).
8) El impacto de sus parábolas cumple Isaías 6:9-10 (Mateo 13:14-15) y Salmo 78:2 (Mateo 13:35).
El propósito de todas estas referencias no sólo es para señalar la verdad de la revelación de Jesús sino muchas veces para demostrar su superioridad también. Corazín y Betsaida no se han arrepentido después de los milagros hechos por la autoridad de Jesús; entonces son dignas de peor condenación que Tiro y Sidón (Mateo 11:20-22). Capernaum, por no arrepentirse a pesar de ser el centro del ministerio de Jesús, es digna de más condenación que Sodoma (Mateo 11:23-24).
Jesús y su ministerio es mayor que el templo (Mateo 12:6). Él es Señor del día de reposo (Mateo 12:8). Él y su ministerio es más que Jonás y el suyo (Mateo 12:41), y su sabiduría es más que la de Salomón (Mateo 12:42). De cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron (Mateo 13:17). Jesús cierra la historia de Dios con su pueblo en el Antiguo Testamento: Todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan (Mateo 11:13), y coloca la nueva época del reino de los cielos en una categoría superior, casi incomparable: De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él (Mateo 11:11). Por las referencias a la Sagrada Escritura, Jesús anuncia atrevidamente que su Presencia, dominio y sabiduría que experimentan los de su generación son superiores a las instituciones y los momentos más bendecidos en todo el Antiguo Testamento. Es decir, en estos capítulos de Mateo continuamos a descubrir una nueva e inesperada lectura del Antiguo Testamento – sus profecías, sus leyes y aún sus eventos históricos señalan a Jesucristo y preparan lugar para anunciar su superioridad y su papel único en el plan de Dios por nuestra salvación.
Por eso puede decir Jesús: Todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas (Mateo 13:52). Mientras los escribas y los fariseos que oponían a Jesús sólo podían hacer referencia al Antiguo Testamento (y a eso incorrecta o incompletamente), todo escriba docto en el reino de los cielos (es decir, el discípulo preparado en las enseñanzas de Jesús) es como un padre de familia que da la provisión a su familia. Saca de su tesoro cosas nuevas (la nueva revelación del reino de los cielos) y cosas viejas (las referencias al Antiguo Testamento donde estaba escondida la revelación del reino de los cielos). La revelación sobre Jesús y su dominio, de ambos el Antiguo y el Nuevo Testamento, será la provisión que el docto en el reino de los cielos reparte regularmente a su familia de discípulos.
Además de la confusión por el ministerio de Jesús y su clarificación revelada por referencias al Antiguo Testamento, tenemos que notar la oposición en crecimiento también. Los pueblos donde Jesús hizo muchos de sus milagros no se arrepienten (Mateo 11:20). Los fariseos acusan a sus discípulos y buscan alguna forma de acusarle al Maestro también (Mateo 12:2, 10). Toman consejo contra
Jesús para destruirlo (Mateo 12:14). Intentan a apagar la fe de la gente por decirle que Jesús echa fuera los demonios por el poder del demonio (Mateo 12:24).
Y es notable ver que mientras se endurecen contra Jesús, Él y su luz se apartan de ellos. Jesús declara el juicio venidero a las ciudades que no se han arrepentido (Mateo 11:20-24); les acusa de un pecado que no será perdonado (Mateo 12:31-32); les dice que su maldad se ha multiplicado por haberlo rechazado (Mateo 12:43-45), y les habla por parábolas para que no entiendan (Mateo 13:13-15). Es cierto lo que dijo Jesús en la lectura anterior: No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada (Mateo 10:34). Mientras continúan la enseñanza y el ministerio de Jesús, la oposición aumenta, se endurece y amenaza más.
Y Jesús reconoce la soberanía de su Padre en medio de tanto conflicto: Te alabo, Padre, Señor del cielo y la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó (Mateo 11:25-26). Hace la declaración más audaz en todo el evangelio de Mateo sobre su unidad con el Padre: Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar (Mateo 11:27). Es decir, Jesús y su Padre tienen un conocimiento mutuo y exclusivo, vedados de todos los demás. Ninguno los puede conocer a menos que el Padre y el Hijo cooperen en revelarse a ellos. No importa cuán avanzado uno piensa ser espiritualmente; no conoce a Dios a menos que se someta a la revelación dada por el Padre y Jesucristo.
Y Jesucristo ofrece esta revelación ampliamente: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo los haré descansar (Mateo 11:28). La sumisión a su revelación en el evangelio de Mateo no es una carga pesada sino una invitación a
conocer la misericordia de Dios: Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga (Mateo 11:29-30).
En resumen, en Mateo 11 –13 encontramos muchas conversaciones, escenas breves y parábolas que desarrollan los temas de la clarificación de dudas sobre Jesús y su ministerio, su gloria testificada por el Antiguo Testamento, la oposición en crecimiento a su reino y su invitación abierta a todos que se sometan a su dominio tranquilo para hallar descanso para sus almas.