En más detalle: Leímos casi al final de la lectura previa: Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo (Mateo 4:23). Y en la lectura para hoy tenemos un ejemplo extendido de su enseñanza, aunque al aire libre en vez de en una sinagoga. Si nos acordamos de las enseñanzas de la sabiduría en el libro de Proverbios, veremos algunos enlaces…pero transformados por la autoridad de Jesucristo.
Por ejemplo, en el libro de Proverbios, el padre, la mujer sabiduría, el rey Salomón y los otros sabios enseñaron para prosperar al oyente: Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría… Largura de días está en su mano derecha; en su izquierda, riquezas y honra. Sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz (Proverbios 3:13, 16-17). Jesús también habla de la bienaventuranza de someterse a su instrucción… pero no llega en la forma esperada: Bienaventurados los pobres en espíritu… Bienaventurados los que lloran… (Mateo 5:3, 4) ¡El bienaventurado sufrirá pobreza, tristeza, hambre, sed y padecerá persecución!
Pero persevera porque anhela un tesoro más grande que la plata y el oro, un tesoro donde la justicia y la rectitud anheladas en el libro de Proverbios reinan en todo poder y soberanía en toda la creación – el reino de los cielos manifestado aquí en la tierra. Por el incomparable valor de este tesoro puede decir Jesús: Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros (Mateo 5:11-12). Note que Jesús prepara a sus discípulos con anticipación – por seguir sus palabras, van a padecer la misma clase de persecución que le ha amenazado desde los primeros capítulos del evangelio. Pero el valor del reino de los cielos la supera.
Acuérdese también que uno de los propósitos de la enseñanza en Proverbios era para guardar al lector del mal: La discreción te guardará; te preservará la inteligencia, para librarte del mal camino, de los hombres que hablan perversidades… Serás librado de la mujer extraña, de la ajena que halaga con sus
palabras (Proverbios 2:11-12, 16). Jesús también enseña para guardar a los discípulos del mal, no tanto del hombre malo y la adultera directamente sino de los peligros internos como la amargura, la lujuria, la hipocresía religiosa y la avaricia que pueden abrir lugar en el corazón a su influencia. Al final de todo les advierte de los falsos maestros que vienen vestidos de ovejas pero que por dentro son lobos
rapaces. El verdadero discípulo sabrá proteger a su propio corazón e identificar a los falsos maestros por internalizar y poner en práctica las palabras de Jesucristo: Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca (Mateo 7:24).
El libro de Proverbios enseña por muchos medios retóricos diferentes – por discursos, parábolas, dichos breves llamativos y comparaciones con el mundo natural. Jesús los utiliza todos y como un rabino judío añade dos más – da comentarios sobre algunos mandamientos y leyes del Antiguo Testamento y enseña una oración. Así que Jesús expande la extensión de la sabiduría en el libro de Proverbios para incluir la piedad diaria personal del discípulo.
Note en especial como Jesús habla con autoridad. El rey Salomón habló o recopiló muchos de los dichos en Proverbios, pero la autoridad viene de la sabiduría, un personaje literario en forma de mujer que representa la sabiduría de
Jehová. Pero Jesús declara que su autoridad viene de Sí mismo. En vez del anuncio de los profetas que dijeron: Así ha dicho Jehová…, Jesús cita leyes del Antiguo Testamento y anuncia: Pero yo os digo… (Mateo 5:22, 28, 32, 34, 39, 44). Jesucristo mismo juzgará quiénes pueden entrar o no entrar al reino de los cielos (Mateo
7:23). Y la entrada del verdadero discípulo depende de su atención y práctica de las palabras de Jesús (Mateo 7:24-27). Toda la autoridad del Sermón del Monte no está centrada en una figura literaria ni en el Padre celestial sino en una Persona de carne y hueso, en el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios.
Al considerar todo esto, podemos ver que el reino de los cielos gobernado por Jesucristo supera aún la bienaventuranza de la sabiduría en el libro de Proverbios. No la contradice ni está en competencia con la ella sino que la extiende, la engrandece, la profundiza y sobre todo la concentra en la Persona de Jesucristo. Por eso, el morar en el reino de los cielos en la justicia de Jesucristo será mejor que morar en el reino de Salomón, el ápice de la justicia y la sabiduría de Israel.
Mientras lee el Sermón del Monte, utilice este esquema para organizarlo y enfocar su atención:
La realidad interior de los súbditos del reino (Mateo 5:1-16) – Aquí Jesús identifica las virtudes que guardan sus verdaderos discípulos.
Las relaciones entre ellos (Mateo 5:17-48) – Aquí Jesús utiliza la ley como base para describir el manejo de las relaciones interpersonales.
La religión en su reino (Mateo 6:1-18) – Jesús les enseña a sus discípulos la verdadera piedad personal diaria en relación con Dios.
Las riquezas en su reino (Mateo 6:19-34) – Jesús les enseña cómo manejar los bienes terrenales y las preocupaciones materiales de la vida.
La reprensión en su reino (Mateo 7:1-6) – Jesús indica las actitudes correctas que guardar antes de reprender a otro por alguna ofensa.
El ruego en su reino (Mateo 7:7-12) – Jesús nos enseña a perseverar en la oración… y con qué actitud recibimos las peticiones de los demás.
Los riesgos en su reino (Mateo 7:13-27) – Jesús ayuda a sus discípulos a identificar a los falsos profetas por su falta de atención y de práctica de sus palabras.
Hay mucho más que podemos decir sobre cada sección y aún cada versículo, y Dios mediante habrá tiempo en el futuro para eso, pero por ahora tenemos una
fundación adecuada para entender, apreciar y empezar a poner en práctica las
enseñanzas de Jesús en el Sermón del Monte.