Aquí hacemos otro ajuste cronológico. Al leer Jeremías, Ezequiel y Daniel concentramos en la destrucción del templo de Jerusalén en 586 a.C. y en el exilio de los judíos en Babilonia; ahora con el inicio de los 12 profetas menores volvemos unos 150 – 200 años atrás al reino dividido de Israel y Judá. Vamos a pasar otra vez por el trasfondo de las tensiones del reino dividido (Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás) y la caída de Samaria, la capital del reino de Israel en 722 a.C. (Miqueas), por las generaciones en Judá antes de la destrucción de Jerusalén (Nahum, Habacuc, Sofonías) hasta la reedificación de Jerusalén por los que volvieron del exilio (Hageo, Zacarías, Malaquías).
Es decir, estamos por pasar por esta época histórica por la cuarta vez. Lo hicimos la primera vez en 1 y 2 Reyes, la segunda vez en 1 y 2 Crónicas hasta Ester, la tercera vez de Isaías a Daniel y ahora de nuevo en los profetas menores. No nos debe molestar la repetición de las épocas históricas si nos acordamos de que el propósito principal de la Biblia no es el narrar una historia cronológica sino el describir la gloria del Dios que dirigió e intervino repetidas veces en la historia de su pueblo.
Con Oseas 1 – 3 volvemos al tema del adulterio espiritual como en Ezequiel 16 y 23 pero sin las imágenes pornográficas fuertes; también vemos el perdón sorprendente e inmerecido como en Ezequiel 16:60-63 pero en el trasfondo del matrimonio mismo entre el profeta y su esposa infiel. Que nos quedemos sorprendidos y que renazca nuestro amor también por la fidelidad y perdón de nuestro Señor Jesucristo, el esposo a quien hemos ofendido con nuestras iniquidades también.