Hay mucho que se puede decir sobre el libro de Rut. Como iglesia pasamos seis domingos en el estudio detallado del libro versículo por versículo hace unos
años. Hoy sólo queremos repasar algunos elementos importantes que van a facilitar nuestra comprensión de todo el libro.
Primero, note la desesperación de Noemí. Al perder a su esposo y luego a sus dos hijos en Moab, se queda sin apoyo. En esa época, una viuda sin hijos tenía pocas opciones para sostenerse. Además, se amargó de su situación al punto de cambiarse el nombre a Mara, que significa“amarga”, y le echa la culpa directamente a Jehová (Rut 1:20-21). Como los israelitas en el desierto que llegan a las aguas amargas de Mara (Éxodo 15:22-26), murmura de una situación verdaderamente desesperante. Como en esa situación histórica, la lección se encuentra en la respuesta de Jehová, esta vez no a la nación entera sino a una sola mujer en gran necesidad.
Segundo, note la fe de la moabita Rut, de una mujer que por descendencia no tenía parte en el pacto dado a Abraham. A pesar de su exclusión de las promesas
de Jehová (hablando físicamente), dice por fe: No me ruegues que te deje, y me
aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tu murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos (Rut 1:16-17). Su fe en Jehová está entretejida con su devoción a Noemí a tal punto que su fe se manifiesta en amor (muchos siglos después, el apóstol Pablo dirá: En Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor; Gálatas 5:6). Presenta un testimonio notable de la fe en Jehová a los israelitas, como le dice Booz en su bendición: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste, has venido a un pueblo que no conociste antes. Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte (Rut 2:11-12). La situación desesperante de Noemí será aliviada por Rut cuya fe en Jehová y obediencia a su palabra prepara la resolución.
Tercero, note las leyes de Jehová que se aplican a esta situación. Noemí, Rut y Booz no obran por sus propias ideas sino que son dirigidos por la ley de Jehová. Rut le pide permiso a Noemí para espigar en Rut 2:2 porque la ley les dice a los israelitas: Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu tierra segada. Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás (Levítico 19:9-10).
Cuando siegues tu mies en tu campo, y olvides alguna gavilla en el campo, no volverás para recogerla; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda; para que te bendiga Jehová tu Dios en toda obra de tus manos (Deuteronomio 24:19). Booz les bendiga a Rut y a Noemí en el campo de la cebada de acuerdo y más aún que la ley: Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto; por tanto, yo te mando que hagas esto (Deuteronomio 24:22).
Pero las leyes más importantes para entender la historia tienen que ver con la preservación del linaje familiar del esposo de Noemí y la heredad que dejaron cuando salieron para Moab. Sobre la preservación de la familia dicen: Cuando hermanos habitaren juntos, y muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del muerto [en este caso, Rut] no se casará fuera con hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y le tomará por su mujer, y hará con ella parentesco. Y el primogénito que ella diera a luz sucederá en el nombre de su hermano muerto, para que el nombre de éste no sea borrado de Israel (Deuteronomio 25:5-6). Pero el cuñado de Rut ha muerto también. Entonces, la responsabilidad de procrear a un hijo para preservar el linaje familiar pasa al pariente más cercano, igual como se ve con la preservación de la tierra por la familia: Cuando tu hermano empobreciere, y vendiere algo de su posesión [de la tierra de la familia], entonces su pariente más próximo vendrá y rescatará lo que su hermano hubiere vendido (Levítico 25:25). Como observa Booz en Rut 3:12, hay un pariente más cercano a su ex-marido que él, y tiene que pedirle primero a él que cumpla su responsabilidad de la redención de la tierra y de tener un hijo con Rut.
Cuando el otro familiar no quiere cumplir su responsabilidad, la ley dice: Si el hombre no quisiere tomar a su cuñada, irá entonces su cuñada a la puerta, a los ancianos, y dirá: Mi cuñado no quiere suscitar nombre en Israel a su hermano; no quiere emparentar conmigo… se acercará entonces su cuñada a él delante de los ancianos, y le quitará el calzado del pie, y le escupirá en el rostro, y hablará y dirá: Así será hecho al varón que no quiere edificar la casa de su hermano (Deuteronomio 25:7, 9). No sucede exactamente así en el libro de Rut, pero note que hay vergüenza por el pariente que no quiere cumplir su parte: no se preserva su nombre en el relato bíblico. Booz simplemente dice: Eh, fulano, ven acá y siéntate (Rut 4:1).
Esto nos lleva a la cuarta observación, que todas estas leyes no sólo nos informan de los motivos y las acciones de todos sino que nos enseñan sobre la gracia de Jehová, el Dios del dominio glorioso que proveyó específicamente para esta clase de necesidad en su ley.
Cuando se abre lugar para que Booz tome a Rut por esposa, no hay duda
sobre el origen de la redención de Noemí: Booz, pues, tomó a Rut, y ella fue su
mujer; y se llegó a ella, y Jehová le dio que concibiese y diese a luz un hijo (Rut 4:13). Entonces los creyentes (dirigidos por fe en Jehová, obedientes a su ley y amándose los unos a los otros) levantan alabanza a su nombre por la redención: Y las mujeres decían a Noemí: Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel (Rut 4:14).
Quinto, note que todos los que participan en la historia y alaban a Jehová ni se dan cuenta de la profundidad de su gracia en esta obra. Mientras ven y celebran la redención de una familia, el narrador nos informa de la genealogía futura de este recién nacido: Lo llamaron Obed. Este es padre de Isaí, padre de David (Rut 4:17). En la redención de una viuda, Jehová también ha puesto en formación la redención de la nación del declive espiritual que dominaba el libro de Jueces. Si las mujeres del pueblo de Rut celebran, ¡cuánto más debe celebrar todo su pueblo que reconocerá en la genealogía de David la llegada de su Redentor!