La respuesta de Jesús (en que cita Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18) va a servir por fundación en nuestra lectura de la ley.
Hoy vemos el resumen mejor conocido de la ley, los diez mandamientos (Éxodo 20:1-17). Note que concuerdan con los dos mandamientos clave de toda la ley. ¿Cómo amaremos al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón? Jehová nos manda primero que todo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí (Éxodo 20:2-3).
Segundo, al adorar a Jehová, no le vamos a insultar y ofender por intentar a captar su gloria excelsa por una obra de nuestra propia fabricación: No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos (Éxodo 20:4-6).
Tercero, vamos a santificar (guardar aparte, reservar como único) su nombre. No lo vamos a abusar por juntarlo con vanidades e injusticias como la brujería, la adoración a otros dioses, las falsas profecías, las mentiras, los votos no cumplidos o la maldición: No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano (Éxodo 20:7).
Cuarto, lo vamos a reconocer como el Creador que gobierna todo el tiempo, las estaciones y toda la historia en justicia por seguir su calendario como él ha mandado: Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó (Éxodo 20:8-11).
Además de demostrarle amor a Jehová, ¿cómo guardamos el segundo mandamiento que mencionó Jesús, que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos? Sigue entonces el quinto mandamiento, que se enfoca en la unidad más básica de la humanidad, la familia: Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da (Éxodo 20:12).
El sexto mandamiento preserva la santidad de la vida creada a la imagen de Dios: No matarás (Éxodo 20:13).
El séptimo preserva la santidad de la unión más básica en que se establece la familia, el matrimonio: No cometerás adulterio (Éxodo 20:14).
El octavo mantiene la integridad en las relaciones con los demás por respetar su propiedad: No hurtarás [o no robarás] (Éxodo 20:15).
El noveno toma la integridad en las relaciones físicas (de los mandamientos sexto y séptimo) y en la propiedad (el octavo) y la extiende a nuestras formas de comunicación: No hablarás contra tu prójimo falso testimonio (Éxodo 20:16).
Y el décimo la profundiza aún a lo más íntimo, a nuestros deseos y pensamientos: No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo (Éxodo 20:17).
El apóstol Pablo también reconoce el enlace entre estos mandamientos sobre el prójimo y el amor: El que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor (Romanos 13:8-10).
Con el amor a Dios y el amor al prójimo especificados por los diez mandamientos tenemos nuestra primera lección sobre el álgebra de la ley.