La descripción del tabernáculo empieza con tres de los muebles más cercanos a la Presencia de Jehová: el arca del pacto, la mesa de los panes de la proposición y el candelero.
El arca es una caja sagrada. Contiene las tablas de piedra con los diez mandamientos como testimonio del pacto (Éxodo 25:16, 21; 40:20). Delante del arca serán puestas la vasija del maná como testimonio de su provisión durante los años en el desierto (Éxodo 16:33-34), y la vara de Aarón que dará testimonio de la elección de su casa para el sacerdocio (Números 17:8-10).
La tapa del arca es el propiciatorio con dos querubines uno enfrente al otro, mirando hacia abajo, sus alas encima de ellos y cubriéndolos. Encima de sus alas estará la Presencia de Jehová, lo que hace que esta arca sea la parte más importante del tabernáculo. No hay ninguna figura que representa la Presencia de Jehová; Moisés, al hacer referencia a la convocación del pueblo con Jehová en Éxodo 19 y 20, va a decir: Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego; para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, imagen o figura alguna (Deuteronomio 4:15-16). Los querubines no representan a Jehová sino que postrados, indican dónde está su Presencia (encima de las alas) y la actitud de adoración que siempre mantienen delante de su santidad. Indican su dominio justo y universal: Jehová reina; temblarán los pueblos. Él está sentado sobre los querubines, se conmoverá la tierra (Salmo 99:1).
La mesa tiene una función bastante interesante si uno considera la adoración a los dioses paganos en el Medio Oriente en esa época. Era común preparar una comida diaria para la imagen tallada de un dios y aún cubrirla con un velo para que “comiera” en privado. Los panes de la proposición en la mesa del tabernáculo no sirven para esas boberías. Jehová no los “come”; no los necesita para alimentarse como los dioses falsos, sino que provee en abundancia la comida para las doce tribus de Israel. En reconocimiento de su provisión constante, se presentan los doce panes como ofrenda a Jehová, dados también para la provisión de los sacerdotes que los comen cada día de reposo (Levítico 24:5-9).
El candelero tiene una función muy práctica. No hay ventanas en el tabernáculo para permitir la entrada de la luz; el candelero alumbra el interior. Arde continuamente (Éxodo 27:20), y así representa la provisión de la luz por Él que dijo: Sea la luz (Génesis 1:3). La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella (Juan 1:5).
Después de hablar de estos tres muebles sagrados, Éxodo 26 describe el tabernáculo, la tienda donde Jehová va a morar en medio de su pueblo que habita en tiendas. Se sostiene por tablas y columnas de madera de acacia cubiertas de oro con bases de plata o de bronce. (Note que los lugares más cercanos o estrechamente ligados a la Presencia de Jehová son de oro. Mientras se aleja de su Presencia o se asocia más con la tierra, son de plata y de bronce.) Toda la estructura que apoya la tienda tiene que ser fuerte y sólida para sostener el peso de las cortinas, pero a la vez fácil de armar y desarmar por el tránsito frecuente en el desierto.
Hay mucho más que podemos decir sobre el arca, la mesa, el candelero y el tabernáculo, pero esto es suficiente para hoy y nuestro propósito de ver cómo los israelitas van a ser una nación santa no sólo por su obediencia a la ley sino por tener entre ellos la morada de Jehová que los santifica.