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Éxodo 30 - 32

26/1/2012

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         Ayer notamos dos responsabilidades diarias de los sacerdotes israelitas: tenían que atender las lámparas del candelero cada noche, y ofrecían dos corderos de un año en holocausto a Jehová con una ofrenda de flor de harina, aceite de olivas y vino, un cordero por la mañana y el otro por la tarde, todos los días continuamente.  La lectura para hoy empieza con la construcción del lugar donde cumplirán su tercera responsabilidad diaria: el altar del incienso.
         El altar del incienso es mucho más pequeño que el altar de bronce y nunca recibe ningún sacrificio de animal, ni ofrenda ni libación (Éxodo 30:9).  Está colocado enfrente del arca del testimonio, también enfrente del velo que separa el lugar santísimo (con el arca del testimonio) del lugar santo (donde están la mesa y el candelero; Éxodo 26:33-35; 30:6).  Entonces, en referencia a su lugar físico, el altar del incienso es el mueble más cercano al arca y la Presencia de Jehová.
         Aarón va a quemar incienso aromático en el altar del incienso (o el altar de oro) cada mañana al alistar las lámparas y de nuevo cada anochecer (Éxodo 30:8).  En algún momento en la historia del tabernáculo o en el templo que lo va a remplazar siglos después, los israelitas empezaron a asociar sus peticiones en oración con la subida del humo del incienso delante de la Presencia de Jehová.  Por eso en el Nuevo Testamento cuando el sacerdote Zacarías entra en el santuario del Señor para quemar incienso, nos dice: Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso (Lucas 1:10).  También la visión de Juan en el libro de Apocalipsis nos dice: Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.  Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos (Apocalipsis 8:3-4).
         El dinero de las expiaciones será medio siclo por persona (Éxodo 30:13).  Las ofrendas para la construcción del tabernáculo son voluntarias (Éxodo 25:1-8), pero el pago de este dinero es obligatorio (Éxodo 30:13-14).  Todos tienen que pagar lo mismo, no importa si son ricos o pobres (Éxodo 30:15).
         El dinero (o mejor dicho, la pequeña unidad o peso de plata) va a servir para fundir las bases del santuario y del velo, los capiteles de las columnas y para ceñirlas (Éxodo 38:25-28).  Pero, ¿por qué lo llaman “el dinero de las expiaciones”?  Vamos a leer sobre el culto israelita que “sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Hebreos 9:22).  ¿Pagaron la remisión de sus pecados?
         No.  Parece que el empadronar al pueblo israelita dejaba culpables a los contados.  Puede ser que el ser contado, el declarar con gusto su lugar o familia de origen, el hacer lucir su numerosa familia, el calcular el número de todos los soldados posibles para un gran ejército y el enorgullecerse por los resultados finales tentaban a todo el pueblo a la soberbia… y quitaba la gloria de Jehová que les dio vida, sus familias y la victoria militar.  Por soberbia, Faraón fue derrotado; mejor que los israelitas no caigan en el mismo pecado: Cuando tomes el número de los hijos de Israel conforme a la cuenta de ellos, cada uno dará a Jehová el rescate de su persona, cuando los cuentes, para que no haya en ellos mortandad cuando los hayas contado (Éxodo 30:12).  Nadie puede lucir; todos tienen que pagar lo mismo en reconocimiento de que Jehová les dio la vida por la cual pueden ser contados.  Y así salvan su vida del castigo justo que merece la soberbia.
         La fuente de bronce estará colocada entre el altar de bronce y el tabernáculo.  Cada vez que pasan entre el altar de bronce y el tabernáculo, los sacerdotes tienen que parar y lavarse las manos y los pies (Éxodo 30:19-21).  Continua y diariamente se acordarán que para servir a Jehová e interceder por el pueblo, tienen que estar limpios, no inmundos; tienen que parar a pensar en la santidad personal, no sólo ministrar en apuros.
         Éxodo 30 termina con las recetas y el énfasis en la santidad del aceite de la unción y el incienso.
         En Éxodo 31 Jehová explica que ha llenado a Bezaleel y Aholiab con su Espíritu para la construcción del tabernáculo.  Y para proteger a todos de su propio entusiasmo y afán para cumplir la obra sagrada lo más pronto posible, les recuerda de que tienen que guardar el día de reposo o ciertamente morirán (Éxodo 31:15).  La lección a Moisés y los demás es clara: aún la tarea de construir el tabernáculo, empoderado por el Espíritu de Jehová, no es excusa para dejar de observar el día de reposo.
         Cuando Moisés recibe las dos tablas del testimonio escritas por el dedo de Dios, parece que hemos cerrado la sección sobre el tabernáculo (Éxodo 31:18).  ¡Qué bendición!  Sólo es cuestión de cumplir lo que Jehová ha mandado… pero no contamos con la maldad y la naturaleza pecaminosa del pueblo de Dios.
         Es chocante el cambio de Éxodo 24 – 31 a capítulo 32.  (¡Se incluye el capítulo 32 en la lectura hoy precisamente para que sintamos el choque!)  Después de la manifestación de Jehová y su declaración de los diez mandamientos en Éxodo 20, después de la celebración del pacto en Éxodo 24, después de todas las instrucciones detalladas sobre el tabernáculo, ¿cómo es posible que los israelitas desobedezcan el mandamiento sobre la idolatría?
         El tiempo que pasó Moisés en el monte no es una excusa aceptable.  Para los israelitas: Moisés tardaba en descender del monte… este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido (Éxodo 32:1).  Pero note que para Jehová: Pronto se han apartado del camino que yo les mandé (Éxodo 32:8).  En poco tiempo han violado el pacto con Jehová y merecen ser exterminados en juicio justo: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz.  Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande (Éxodo 32:9-10).
         Un momento.  Antes de seguir leyendo… ¿necesita Jehová pedirle lugar a Moisés para encender su ira contra Israel?  Note bien que Jehová, en medio de su ira justa, está invitando a Moisés que interceda por el pueblo… y así hace Moisés inmediatamente: Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte? (Éxodo 32:11)  Y al llegar al fin de esta conversación en versículo 14, debemos maravillarnos:
         1) por la intercesión de Moisés, uno que prefirió proteger y representar a un pueblo pecaminoso que empezar su propia nación escogida, y
         2) por el cambio de plan de Jehová, el que detiene su ira justa porque también es de profunda misericordia.  Es el Dios que presta oído a la intercesión de sus escogidos.
         Al terminar el capítulo 32, todavía no sabemos la resolución de esta historia.  ¿Qué pasará con el tabernáculo?  ¿Morará Jehová con ellos?  Ahora que los israelitas han menospreciado el pacto, ¿Jehová los abandonará?  Veremos las respuestas a estas preguntas y más en las próximas lecturas.
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    Rev. Ken Kytle, pastor de la Iglesia bautista La fe en Cristo cerca de Atlanta, Georgia, EEUU.

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