Por eso, no culpan a los israelitas si los próximos capítulos le parecen largos y repetitivos. Le aseguro que para los israelitas, no les parecían así. Primero, es la primera y única vez que esta generación construye la residencia santa de Jehová, y esto hace que cada detalle, cada ofrenda sea especial. Segundo, cuando uno se arrepiente del pecado y vuelve al camino del Señor, hay un gozo profundo en cumplir sus mandamientos, aún en las más pequeñas, repetitivas y rutinarias. Aunque como lector moderno tal vez le pese tanto detalle y repetición de lo anterior, acuérdese que para los que participaron en la obra, fue una experiencia inolvidable y digna de ser contada repetidas veces.
Además, sirve de buen repaso por nosotros también. Las instrucciones en Éxodo 25 empezaron con la ofrenda voluntaria y luego lo más central: el arca. Aquí en la construcción misma empezamos con la lectura sobre la tienda que va a ser el tabernáculo mismo. Luego en Éxodo 37 leemos de los cuatro muebles más santos que el tabernáculo protege:
el arca (donde va a reinar la Presencia de Jehová encima de las alas de los querubines; será puesto en el lugar santísimo, en la parte occidental del tabernáculo y separado de lo demás con el velo),
la mesa (donde estarán los panes de la proposición, puesta en el lugar santo, al lado norte),
el candelero (con sus siete lámparas, también en el lugar santo, al lado sur) y
el altar del incienso (en el lugar santo, frente al arca pero separado del arca por el velo).
Y aquí tenemos el resumen de los muebles dorados, más estrechamente ligados con la Presencia de Jehová, cubiertos por el tabernáculo. Acuérdese que dos de ellos (el candelero y el altar del incienso) tienen una función diaria en la obra sacerdotal: un sacerdote va a atender las lámparas del candelero y quemar el incienso cada mañana y al anochecer. La mesa de los panes de proposición recibirán 12 nuevos panes cada día de reposo, y los anteriores servirán de comida a los sacerdotes.
Y junto con nuestro repaso, damos gracias al Dios que recibe las ofrendas y la obediencia de su pueblo perdonado.