Como los corintios lo comparan con esos “grandes apóstoles”, Pablo se ve obligado a compararse también, pero de una manera sorprendente; se gloría de sus debilidades, las que permiten que el poder de Cristo repose sobre él: Por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte (2 Corintios 12:10). ¿Qué admiran en realidad los corintios: las muestras mundanas del éxito que promocionan los falsos apóstoles, o el verdadero poder de Cristo manifestado a través de la debilidad?
El peligro de los falsos apóstoles continúa hasta el día de hoy. Impresionan por sus ministerios llamativos, sus testimonios triunfales, su astucia en organizar a la gente, sus iglesias palaciales y sus dones comunicativos incomparables… pero, ¿de veras comunican el evangelio de Jesucristo? ¿Explican la única salvación que hay, la salvación de la ira justa de Dios por nuestros pecados por medio de la fe en Jesucristo, sin las obras de la ley? ¿Imitan en realidad a Jesucristo, al que: por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos (2 Corintios 8:9)?
Que nuestras iglesias entiendan claramente el evangelio y se sientan el celo por guardarlo puro, sin adulteración.