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Guía para 1 y 2 Reyes

19/4/2012

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Haga clic aquí para ver un estudio cronológico de todos los reyes en 1 y 2 Reyes.  El primer documento es de una página y cubre todo 1 Reyes; el segundo de tres páginas y cubre todo 2 Reyes.  Incluyen:
         el nombre del rey y el año en que empezó a reinar,
         el número de años que reinó,
         un detalle destacado de su reino,
         las citas de 1 y 2 Reyes y 2 Crónicas en que describen su reinado
         los nombres de los escritores profetas que ministraron durante su reinado
Espero que les sirvan para seguir el laberinto de nombres reales que es 1 y 2 Reyes.
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1 Reyes 20 - 22

18/4/2012

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         En resumen: En vez de someterse al dominio justo de Jehová y su gracia, el rey Acab de Israel se siente atraído por las injusticias y las mañas de los reyes paganos.
         En más detalle: Los tres capítulos que terminan 1 Reyes se concentran en las fallas del rey Acab de Israel.  Mientras lee, note las siguientes observaciones para entender mejor la lectura:
         La gracia inmerecida de Jehová: En 1 Reyes 20, Acab no consulta a Jehová cuando le amenazan las fuerzas superiores de Ben-adad… pero Jehová en su gracia lo protege: He aquí un profeta vino a Acab rey de Israel, y le dijo: Así ha dicho Jehová: ¿Has visto esta gran multitud?  He aquí yo te la entregaré hoy en tu mano, para que conozcas que yo soy Jehová (1 Reyes 20:13).  Otro vez le anima después de la batalla: Vino luego el profeta al rey de Israel y le dijo: Ve, fortalécete, y considera y mira lo que hagas; porque pasado un año, el rey de Siria vendrá contra ti (1 Reyes 20:22).  Vuelve de nuevo antes de la segunda batalla para testificar a todo Israel de su gracia: Vino entonces el varón de Dios al rey de Israel, y le habló diciendo: Así dijo Jehová: Por cuanto los sirios han dicho: Jehová es Dios de los montes, y no Dios de los valles, yo entregaré toda esta gran multitud en tu mano, para que conozcáis que yo soy Jehová (1 Reyes 20:28).  Aunque Acab no lo busca, Jehová lo fortalece, lo salva y le da las victorias por amor a su pueblo escogido y en evidencia de su soberanía sobre las naciones.
         La obligación de la gracia: Uno que recibe la gracia inmerecida de Jehová se queda obligado de vivir de acuerdo con este gran favor.  Pero en vez de someterse humilde y gozosamente al dominio justo de Jehová sobre su pueblo, Acab decide manejar el gobierno a su manera, y otra vez sin consultarle a Jehová, decide soltar a Ben-adad (1 Reyes 20:32-33).  En vez de ser un testimonio resonante a las naciones de la ira justa de Jehová contra sus enemigos, la victoria sobre el blasfemo Ben-adad sólo logra unos ajustes territoriales y económicos con un rey pagano no confiable (1 Reyes 20:34; véase también 1 Reyes 22:3).  Igual como la desobediencia del rey Saúl en la destrucción parcial de los amalecitas en 1 Samuel 15, Acab no ha reaccionado de acuerdo con la santidad devastadora de Jehová y será castigado: Así ha dicho Jehová: Por cuanto soltaste de la mano el hombre de mi anatema, tu vida será por la suya, y tu pueblo por el suyo (1 Reyes 20:42).  Note también la reacción de Acab – en vez del arrepentimiento, en vez del agradecimiento por la gracia inmerecida, sólo se enoja contra Jehová (1 Reyes 20:43).  Nos deja la impresión de que Acab habría preferido ser un rey pagano que el rey del pueblo de Jehová.
         La injusticia de los reyes paganos… y la justicia de Jehová: En 1 Reyes 21, Jezabel le enseña cómo los reyes paganos manipulan la justicia para lograr lo que desean al quitarle la vida y la viña a Nabot de Jezreel.  Y Acab se queda conforme
con la lección: Oyendo Acab que Nabot era muerto, se levantó para descender a la
viña de Nabot de Jezreel, para tomar posesión de ella (1 Reyes 21:16).  Pero así le abre paso a una lección fuerte de parte de Jehová sobre la justicia (1 Reyes 21:20-24).  Note la importancia que da Jehová a la injusticia cometida contra un hombre común y corriente; las repercusiones a Jezabel, Acab y a sus descendientes serán
decisivas.  Y note también la misericordia de Jehová que aún se extiende a Acab por arrepentirse (y no a Jezabel): ¿No has visto cómo Acab se ha humillado delante de mí?  Pues por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días; en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa (1 Reyes 21:29).
         El rechazo de la palabra de Jehová:  ¡Quién sabe cómo fue la escena cuando los profetas de Acab insistieron en que Jehová le iba a dar la victoria en Ramot de Galaad, pero le provocó al rey Josafat a responder: ¿Hay aún aquí algún profeta de Jehová, por el cual consultemos? (1 Reyes 22:7)!  Se revela el verdadero propósito de Acab en reunir tantos profetas falsos en el próximo versículo: Aún hay un varón
por el cual podríamos consultar a Jehová, Micaías hijo de Imla; mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal (1 Reyes 22:8).  Si no le gusta lo que le dice la palabra de Jehová… pues, ¡busque a más profetas que le dicen lo que quiere escuchar!  (¿No es ésta la triste situación de algunos que se congregan en las iglesias hoy… huyen de la palabra clara de Jehová predicada en una iglesia que les llama al arrepentimiento y a la salvación únicamente por la fe en la cruz de Jesucristo para ser consentidos en otra que les predica los anécdotas, los chistes y las boberías placenteras que quieren escuchar?)  No hay duda que la batalla más básica no se pelea entre Acab y los sirios sino entre Acab y Jehová cuya palabra ha
menospreciado en varias ocasiones: Así ha dicho el rey: Echad a éste en la cárcel, y mantenedle con pan de angustia y con agua de aflicción, hasta que yo vuelva en paz.  Y dijo Micaías: Si llegas a volver en paz, Jehová no ha hablado por mí.  En seguida dijo: Oíd, pueblos todos (1 Reyes 22:27-28).
         Otra vez, Acab cuenta con su astucia más que con la palabra de Jehová: El rey de Israel dijo a Josafat: Yo me disfrazaré, y entraré en la batalla; y tú ponte tus vestidos.  Y el rey de Israel se disfrazó, y entró en la batalla (1 Reyes 22:30).  Y como hemos visto en varias ocasiones, la palabra de juicio se cumple: Murió, pues, el rey, y fue traído a Samaria; y sepultaron al rey en Samaria.  Y lavaron el carro en el estanque de Samaria; y los perros lamieron su sangre (y también las rameras se lavaban allí), conforme a la palabra que Jehová había hablado (1 Reyes 22:37-38).  El intentar a apagar o a bajar el volumen a la palabra de Jehová es una acción de consecuencias graves.
         La inquietud por la tolerancia de Josafat: Debemos preocuparnos: ¿qué está haciendo Josafat, el rey de Judá y la casa de David, en buscar alianza con un rey comprometido con el paganismo como Acab?  Reconoce las señales que le deben preocupar – Acab se ha rodeado de profetas falsos y no quiere escuchar la palabra de Jehová… ¿por qué la reprensión tan suave, y el acuerdo de andar en batalla junto con él?  ¿Será que también le llama la atención el éxito aparente de los reyes paganos?  El cumplimiento de la palabra de Micaías debe ser una advertencia clara a Josafat contra una relación demasiada cercana con el paganismo de Acab y su
casa.  Desafortunadamente veremos que Josafat no la recibe: Va a permitir que su hijo se case con una hija de Acab (2 Reyes 8:16-18), y la entrada de esta influencia pagana casi va a destruir por completo la casa de David.
         La historia de Acab es impresionante.  ¡Cuánta influencia puede ejercer un
hombre… contra la gracia de Jehová! Nos debe llamar de nuevo a la santidad, a la atención a la palabra de Jehová y la separación de cualquier influencia del paganismo que siempre está listo a apagar los beneficios del pacto de Jehová.
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1 Reyes 18 - 19

17/4/2012

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         Creo que estos dos capítulos, especialmente 1 Reyes 19, son algunos de los capítulos menos entendidos en todos los libros históricos del Antiguo Testamento.  Hoy espero indicar una interpretación diferente que la común para entenderlos.
         Los eventos principales en sí son llamativos y no difíciles de entender.  Ocurren en dos montes (Carmelo y Horeb); los primeros son de gran poder y públicos (Jehová vence a Baal de forma decisiva), y los que siguen son de gran poder y privados (Jehová manda a Elías para iniciar una etapa de juicio violento en
Israel).  Lo que pasa entre los eventos principales de 1 Reyes 18 – 19 es lo que abre paso a la malinterpretación, especialmente cuando los lectores concentramos en los motivos aparentes de Elías.
         ¿Por qué va Elías tan lejos de Jezabel?  Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida (1 Reyes 19:3).  Hay muchos que entienden que lo hizo por más que la protección de su vida sino por miedo de Jezabel.  No creo que fue su motivo.  Entre varias razones, si huyó de Jezabel por miedo, seguramente es exagerado su viaje. Si Jehová le ha protegido como testifica Abdías: Vive Jehová tu Dios, que no ha habido nación ni reino adonde mi señor no haya enviado a buscarte, y todos han respondido: No está aquí (1 Reyes 18:10), seguramente no necesita emprender un viaje largo por el desierto hasta Sinaí para alargarse de Jezabel.  Pero si Elías se va a Sinaí por otra razón, como por poner una demanda contra Israel por su violación del pacto de Sinaí (una interpretación de acuerdo con Romanos 11:2), entonces su viaje tiene sentido.  Creo que esta opción es mejor, especialmente viendo que el ángel de Jehová le anima a tomar el viaje: Levántate y come, porque largo camino te resta (1 Reyes 19:7).
         Algunos, fijándose en el supuesto miedo de Elías, lo combinan con una supuesta depresión al decir: Deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy mejor que mis padres (1 Reyes 19:4).  Sin duda está profundamente desanimado.  Pero, ¿no serviría los eventos de 1 Reyes 19:5-8 para alentar a Elías y aliviar su desánimo?  1 Reyes 19:8 nos retrata a un hombre
fortalecido y decidido, no deprimido.  ¿Podría ser que 1 Reyes 19:4 es una oración de desesperación que contesta Jehová por misericordia en los versículos
siguientes?
         Fijados en el supuesto miedo de Elías combinado con su supuesta depresión, algunos le critican por clamar delante de Jehová: Sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida (1 Reyes 19:10, 14).  Pero si vemos a un hombre fortalecido y
decidido de acuerdo con 1 Reyes 19:8, la queja de Elías tiene mucho en común con
otras quejas emocionales y aprobadas de los salmos: Señor, ¿hasta cuándo verás
esto?  Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones (Salmo 35:17). 
Estoy debilitado y molido en gran manera; gimo a causa de la conmoción de mi corazón (Salmo 38:8).  ¿Hasta cuándo, oh Jehová?  ¿Te esconderás para siempre?  ¿Arderá tu ira como el fuego?  Recuerda cuán breve es mi tiempo; ¿por qué habrás creado en vano a todo hijo de hombre? (Salmo 89:46-47)  Si no le criticamos a
David por quejar en otra cueva: Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien
me quiera conocer; no tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida (Salmo
142:4), ¿por qué le criticaríamos a Elías por lo mismo?
         Si pensamos en 1 Reyes 19 como una crítica de Elías, puede ser que hemos formado un retrato muy distorsionado de los profetas como personas confiadas y seguras de sí mismas, en vez de dependientes en Jehová por la oración, a tal punto que cuando nos enfrentan pasajes bíblicos que hablan de su incapacidad delante de Jehová, los tomamos por debilidad en vez de verdadera fortaleza. Puede ser que la interpretación común de 1 Reyes 18 – 19 revele cuán lejos estamos de entender el verdadero poder de los profetas de Jehová.  Es interesante que el Nuevo Testamento se acuerda de Elías en su debilidad, no para reprocharlo sino para ponerlo como ejemplo: Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses.  Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto (Santiago 5:17-18).
         Pero lo que más me convence de que Jehová aprueba las acciones de Elías en 1 Reyes 19 es que juzga a favor de su demanda contra Israel.  ¡Está de acuerdo con Elías!  Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria.  A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar.  Y el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará (1 Reyes 19:15-17).  Ahora que Israel no ha vuelto a Jehová después de tres años y medio de sequía y un milagro decisivo delante de sus ojos, entrará en una época de juicio más fuerte, caracterizado por la violencia inescapable.  El juicio contra Israel ha entrado un grado mucho más severo.  Por eso sus palabras siguientes: Yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron (1 Reyes 19:18) no son ningún reproche al profeta sino la evidencia de la soberanía y la gracia de Jehová en preservar a un remanente fiel, exactamente lo que ve el apóstol Pablo en este versículo en Romanos 11:2-5.
         Así que, si hemos entendido bien 1 Reyes 18 – 19, no debemos quedarnos en una meditación sobre una lista de las fallas imaginadas de Elías.  Debemos ver un retrato impresionante de la persistencia de Jehová en llamar a su pueblo al arrepentimiento, de su juicio severo contra los que persisten en el pecado y su gracia segura en preservar a un remanente del juicio.
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1 Reyes 15 - 17

16/4/2012

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         Mientras lee hoy, note estos temas principales que también aparecerán en lecturas futuras:
         La evaluación de los reyes según el estándar de los reyes anteriores: Por ejemplo: [Abiam] anduvo en todos los pecados que su padre había cometido antes de él (1 Reyes 15:3).  Esta mentalidad de evaluación de los reyes revela un vínculo fuerte entre las generaciones – nuestros antepasados sirven de ejemplos (para bien o para mal), y nuestra parte es marcar la generación nuestra con la integridad que
servirá de estándar para las generaciones futuras también.  Sobre todo para los reyes de Judá el estándar se encuentra en el rey David: no fue su corazón [de Abiam] perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de David su padre (1 Reyes 15:3).  Y nos explica el versículo siguiente: Mas por amor a David, Jehová su Dios le dio lámpara en Jerusalén, levantando a su hijo después de él, y sosteniendo a Jerusalén (1 Reyes 15:4).  Se supone que por la gracia de Jehová en su pacto con David, el rey de Judá debe reinar conforme a ella.  Es precisamente el mismo principio que el apóstol Pablo nos enseña en Romanos 6 donde explica que por la gracia de Dios en nuestra salvación vivimos conforme a la gracia, bajo la obligación de ser siervos a la justicia (Romanos 6:11-18).  Si no vivimos conforme a esa gracia, es de vergüenza para nosotros (Romanos 6:21; igual como la falta de integridad es de vergüenza para el testimonio de los reyes de Judá).  Pero si sí, tenemos por nuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna (Romanos 6:22).
         Y para los reyes de Israel, Jeroboam y su religión falsa sirven de estándar de vergüenza, el opuesto de la integridad de David.  Por ejemplo: Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, e hizo peor que todos los que habían reinado antes de él; pues anduvo en todos los caminos de Jereboam hijo de Nabat, y en el pecado con el cual hizo pecar a Israel, provocando a ira a Jehová Dios de Israel con sus ídolos (1 Reyes 16:25-26).  De allí podemos medir el escándalo del rey Acab, un rey principal de Israel: Porque le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal rey de los sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró.  E hizo altar a Baal, en el templo de Baal que él edificó en Samaria.  Hizo también Acab una imagen de Asera, haciendo así Acab más que todos los reyes de Israel que reinaron antes que él, para provocar la ira de Jehová Dios de Israel (1 Reyes 16:31-33).  En nuestra lectura, entramos una época espiritual muy oscura en la historia de Israel.
         La seguridad del cumplimiento del juicio de Jehová expresado en su
palabra:
El juicio de Jehová no es una amenaza hueca; ¡se cumple!  Cuando él [Baasa] vino al reino, mató a toda la casa de Jeroboam, sin dejar alma viviente de los de Jeroboam, hasta raerla, conforme a la palabra que Jehová habló por su siervo Ahías silonita (1 Reyes 15:29).  Y vino palabra de Jehová a Jehú hijo de Hanani contra Baasa, diciendo: Por cuanto yo te levanté del polvo y te puse por príncipe sobre mi pueblo Israel, y has andado en el camino de Jeroboam, y has hecho pecar a mi pueblo Israel, provocándome a ira con tus pecados; he aquí yo barreré la posteridad de Baasa, y la posteridad de su casa; y pondré su casa como la casa de Jeroboam hijo de Nabat (1 Reyes 16:1-3).  Dios no hace acepción de personas cuando se trata de la desobediencia a su palabra y cumplirá su juicio cuando uno no se arrepiente.
         La tentación de confiar en el poder económico y militar en vez de la
seguridad en las promesas de Jehová:
Este tema va a ser uno de los principales en los profetas Isaías y Jeremías; tenemos una introducción breve al tema ahora en 1 Reyes 15: Hubo guerra entre Asa y Baasa rey de Israel, todo el tiempo de ambos. 
Y subió Baasa rey de Israel contra Judá, y edificó a Ramá, para no dejar a ninguno salir ni entrar a Asa rey de Judá (1 Reyes 15:16-17).  ¿Cómo debe reaccionar Asa rey de Judá al ver que el transporte a su capital será ahogado por la nueva ciudad de Baasa?  ¿Clama a Jehová?  ¿Busca la dirección de su profeta?  ¿Llama al pueblo al arrepentimiento como hizo el profeta Samuel en 1 Samuel 7?  No: Entonces tomando Asa toda la plata y el oro que había quedado en los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, los entregó a sus siervos, y los envió el rey Asa a Ben-adad hijo de Tabrimón, hijo de Hezión, rey de Siria, el cual residía en Damasco, diciendo: Haya alianza entre nosotros, como entre mi padre y el tuyo.  He
aquí yo te envío un presente de plata y de oro; ve, y rompe tu pacto con Baasa rey de Israel, para que se aparte de mí (1 Reyes 15:18-19).  Confía más en sus propias manipulaciones diplomáticas y económicas que en el poder de Jehová sobre las naciones.  En vez de dirigir a los extranjeros a Jehová, los halaga y se somete a ellos, empobreciendo al pueblo de Jehová para enriquecer a los demás.  Y al confiar en sí mismo, pierde la oportunidad de ver obrar el poder de Jehová.
         Y esta vez parece que funciona: Y Ben-adad consintió con el rey Asa, y envió los príncipes de los ejércitos que tenía contra las ciudades de Israel, y conquistó Ijón, Dan, Abel-bet-maaca, y toda Cineret, con toda la tierra de Neftalí.  Oyendo esto Baasa, dejó de edificar a Ramá, y se quedó en Tirsa (1 Reyes 15:20-21).  Se libró Asa del aprieto de la nueva construcción… pero, ¿a qué expensas?  Ahora una sección extensa de la tierra prometida se queda bajo el dominio sirio.  Y los reyes futuros de Judá como Acaz y Ezequías tienen la tentación del éxito práctico de la diplomacia a corto plazo que les llamará la atención continuamente, una tentación que cumplida le va a causar gran daño al pueblo de Jehová y a despertar su juicio
contra ellos al largo plazo.
         La vanidad de la construcción sin Jehová: La piedra y la madera que Baasa invirtió en Ramá se pasan a las manos de su enemigo Asa para construir a Geba de Benjamín y a Mizpa (1 Reyes 15:22).  Omri edifica a Samaria (1 Reyes 16:24), la capital de Israel que va a lucir en belleza y riqueza… pero como la casa de su constructor, va a caer bajo la ira de Jehová por sus pecados.  En su tiempo Hiel de
Bet-el reedificó a Jericó.  A precio de la vida de Abiram su primogénito echó el cimiento, y a precio de la vida de Segub su hijo menor puso sus puertas, conforme a la palabra que Jehová había hablado por Josué hijo de Nun (1 Reyes 16:34; Josué 6:26).  Son ejemplos destacados que confirman el versículo: Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican (Salmo 127:1).
         La gracia de Jehová en levantar a Elías: A pesar de la oscuridad espiritual en crecimiento sobre la tierra prometida, Jehová no abandona a su pueblo.  Sin anuncio previo aparece su portavoz para profetizar su juicio y llamar a una generación idólatra al arrepentimiento: Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra (1 Reyes 17:1).  Es notable que en una generación rebelde, el profeta de Jehová obre milagrosamente pero en medio de la escasez y el exilio, conociendo el dolor y el sufrimiento del pueblo.  Y entre los humildes la gloria de Jehová se revela por su profeta: Entonces la mujer dijo a Elías: Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca (1 Reyes 17:24).
         La salvación de un remanente: Aunque se llama el primero libro de los reyes, mire bien a quiénes benefician más del poder de Jehová en estos capítulos: el
profeta Elías a escondidas, una viuda extranjera y su hijo.  Aún en las épocas de oscuridad espiritual, Jehová extiende su misericordia y preserva a los suyos.  Será un tema que resuena por todo el resto del Antiguo Testamento y por toda la Biblia.
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1 Reyes 11 - 14

15/4/2012

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         En esta lectura y las próximas, note cómo sobresalen algunos temas importantes:
         Las mujeres extranjeras: Salomón respondió correctamente a la reina de Sabá: por su sabiduría y la gloria de su dominio justo, la dirigió hacia Jehová en adoración como vimos en la lectura pasada. Pero en 1 Reyes 11, en vez de guiar a las extranjeras, Salomón es guiado por ellas: Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas; gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses.  A éstas, pues, se juntó Salomón con amor.  Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón (1 Reyes 11:1-3; véase también Éxodo 34:14-16; Deuteronomio 7:3-4 y el ejemplo de Baal-peor en Números 25:1-3).  Una raíz principal de toda la pérdida, la separación, la violencia y la inseguridad que estamos por ver en el transcurso de la historia de Israel es el corazón desviado
del rey Salomón.
         No es el único rey que será desviado por las extranjeras; también leeremos sobre el rey Acab que es guiado por Jezabel, hija del rey de los sidonios (1 Reyes 16:31).  Su influencia sobre el rey y sobre todo el reino de Israel llevará la casa real y todo el país al juicio divino.  A la vez, el profeta Elías guía a una viuda sidonia a la fe en Jehová en 1 Reyes 17:8-24. Como veremos, la relación del rey o del profeta con las extranjeras refleja si Israel será seducido por las naciones alrededor o si servirá como faro de luz para guiarlas a Jehová.
         La fidelidad de Jehová a su pacto con David: En su pacto con David, Jehová le dijo sobre su descendiente ungido: Si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres (2 Samuel 7:14). Por su maldad, Salomón tiene que enfrentar a tres enemigos extranjeros: a Hadad edomita
(protegido por Faraón, ¡el mismo suegro de Salomón!), a Rezón rey de Damasco y a
Jeroboam, el rey futuro de diez tribus de Israel.  Pero acuérdese del versículo siguiente del pacto: Pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti (2 Samuel 7:15). Mientras las casas reales de Israel serán destruidas por completo (la de Jeroboam en 1 Reyes 15:29-30, y la de Baasa en 1 Reyes 16:11-12, por ejemplo), la casa real de David continúa.  Esta evidencia de la gracia en el pacto de Jehová con David es constante aún en medio del castigo.
         La religión fabricada de Jeroboam: 1 Reyes 12:26-33 explica la idolatría en que Jeroboam guía al pueblo de Jehová.  Para solidificar la devoción política de las diez tribus, pone un centro religioso en el sur del país (¿por qué subir a Jerusalén cuando tiene Bet-el más cerca?) y otro en el norte (en Dan, donde ya existe un sacerdocio y culto falsos como vimos en Jueces 18:29-31).  Se asemeja a la
verdadera religión: reconoce la subida de Egipto (1 Reyes 12:28); celebra una fiesta conforme a la fiesta de los tabernáculos, aunque en el mes incorrecto (1 Reyes 12:32); tiene sacerdotes de entre el pueblo (1 Reyes 12:31).  Pero viola la ley de Jehová: Hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: …He aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto (1 Reyes 12:28; un eco de las palabras del pueblo sobre el becerro de oro en Éxodo 32:4).  Hizo sacerdotes del pueblo, que no eran de los hijos de Leví (1 Reyes 12:31).  Los lugares altos que él
había fabricado (1 Reyes 12:32)… El mes que él había inventado de su propio
corazón (1 Reyes 12:33)… todas estas frases nos hacen ver que esta aproximación a la religión verdadera no sólo es inválida sino una piedra de tropiezo que llevará a Israel a la condenación.  Tendrá una parte central en su destrucción.
         El celo de Jehová por la obediencia a su palabra: Un profeta sin nombre declara milagrosamente el juicio contra el nuevo culto en Bet-el (1 Reyes 13:1-6). 
Pero cuando desobedece la palabra, aún al haber sido engañado, no puede escapar el juicio divino (1 Reyes 13:21-26).  Como hemos visto tantas veces en la historia de Israel en el desierto, con Moisés y Aarón cuando no santificaron a Jehová en las aguas de la rencilla y con el rey Saúl cuando no destruyó por completo a los amalecitas, la santidad abrasadora de Jehová no permite la obediencia a medias.  Esta severidad de Jehová, el celo por su santidad, se manifestará repetidas veces en
esta unidad de la Biblia, aún con reyes que a nuestra vista son buenos y a quienes queremos perdonar fácilmente.
         La voz profética clara de Jehová: El profeta sin nombre de 1 Reyes 13 y el profeta Ahías de 1 Reyes 14 manifiestan otra evidencia de la gracia de Jehová: su anuncio profético claro al pueblo.  Reprende y exhorta a su pueblo y no permitirá que los falsos profetas, aunque numerosos, ahoguen el sonido claro de su voz.
         El empobrecimiento del pueblo de Jehová: Las riquezas de la época de Salomón desaparecen; el pueblo de Jehová sufre la pérdida de sus bienes: Al quinto año del rey Roboam subió Sisac rey de Egipto contra Jerusalén, y tomó los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, y lo saqueó todo; también se llevó todos los escudos de oro que Salomón había hecho. Y en lugar de ellos hizo el rey Roboam escudos de bronce (1 Reyes 14:25-27).  Es difícil impresionar por escudos de bronce después de un reinado en que la plata era menospreciada y el bronce, ni fue medido porque era tan común.
         Mientras pasamos por las lecturas de esta nueva unidad, ponga atención al papel de las mujeres extranjeras, la religión fabricada de Jeroboam y el
empobrecimiento del pueblo de Jehová… y a la vez, note cómo Jehová mantiene el
celo por su santidad, el celo por la casa de David y cómo anuncia claramente su
juicio futuro para que el pueblo se arrepienta.
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1 Reyes 11 - 2 Reyes 25: La octava unidad de la Biblia

15/4/2012

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         Los primeros diez capítulos de 1 Reyes describen el ápice de la monarquía de Israel.  Pero también incluye una advertencia urgente: Si tú [Salomón] anduvieres
delante de mí como anduvo David tu padre, en integridad de corazón y en equidad,
haciendo todas las cosas que yo te he mandado, y guardando mis estatutos y mis
decretos, yo afirmaré el trono de tu reino sobre Israel para siempre, como hablé
a David tu padre, diciendo: No faltará varón de tu descendencia en el trono de
Israel. Mas si obstinadamente os apartareis de mí vosotros y vuestros hijos, y no guardareis mis mandamientos y mis estatutos que yo he puesto delante de vosotros, sino que fuereis y sirvieres a dioses ajenos, y los adorareis; yo cortaré a Israel de sobre la faz de la tierra que les he entregado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la echaré de delante de mí, e Israel será por proverbio y refrán a todos los pueblos (1 Reyes 9:4-7).
         Esta advertencia va a gobernar los eventos de la próxima unidad de la Biblia, la octava, que se extiende de 1 Reyes 11 hasta 2 Reyes 25, desde la última parte del reinado de Salomón hasta los eventos trágicos de 586 a.C.  Cubrimos esta sección en las lecturas del 15 al 25 de abril este año.  Mientras lee, guarde en mente las siguientes observaciones:
         1)  Los eventos principales de la unidad: La división del reino en dos: Israel en el norte y Judá en el sur.  Los dos reinos son seducidos por las naciones alrededor.  Israel es derrotado y exiliado por los asirios en 722 a.C. y Judá por los
caldeos en 586 a.C.
         2)  Los atributos de Jehová que resaltan: Su justicia, su severidad, su paciencia y su fidelidad
         3)  La obra principal de Jehová: Reprende a su pueblo adúltero.
         4)  Los participantes principales: Los profetas Elías y Eliseo y muchos reyes, entre los cuales son Roboam y Jeroboam, Acab, Jehú, Ezequías, Manasés y Josías
         5)  La referencia principal a Jesucristo y el evangelio: Y Jehová oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a él, y revivió.  Tomando luego Elías al niño, lo trajo del aposento a la casa, y lo dio a su madre, y le dijo Elías: Mira, tu hijo vive.  Entonces la mujer dijo a Elías: Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca (1 Reyes 17:22-24).
         6)  Observaciones clave: Como veremos, el reino unido bajo David y Salomón se va a dividir en dos: Israel en el norte y Judá en el sur.  Hasta este punto hemos referido a todo el pueblo de Dios como “israelitas” y toda la tierra prometida como “Israel”, pero desde ahora no podemos.  Ahora “Israel”sólo refiere al reino del norte e “israelitas” o “el pueblo de Israel” a sus habitantes; “el pueblo de Judá” refiere a los habitantes del reino del sur.
         Es muy difícil seguir los nombres de todos los reyes.  Recomiendo que encuentre o que haga una lista de los reyes de los dos reinos y que escriba unos detalles que se destacan de cada uno. Espero subir mi lista al blog en los próximos días.  Ayuda mucho no sólo en identificar a los reyes sino en guardar una vista
panorámica de toda esta unidad de lecturas.
         Con todo esto en mente, continuemos nuestra lectura de 1 Reyes.
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1 Reyes 9 - 10 y Salmo 122

13/4/2012

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         Continuamos en nuestra lectura del ápice de la gloria de Salomón y del cumplimiento de las promesas de Jehová a Israel, sobretodo en el capítulo 10 con la visita de la reina de Sabá a Jerusalén.  La Biblia nos pone al lado de ella para
maravillarnos de la sabiduría de Salomón, la organización de su mesa y de sus
oficiales y del culto del templo. Testifica que ella: se quedó asombrada (1 Reyes 10:5), y así debemos quedarnos nosotros también.  Juntos con ella, debemos reconocer la bendición de Israel en esta época: Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti, y oyen tu sabiduría (1 Reyes 10:8).  Y como ella, debemos alabar a Jehová como la fuente de estas bendiciones: Jehová tu Dios sea bendito, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel; porque Jehová ha amado siempre a Israel, te ha puesto por rey, para que hagas derecho y justicia (1 Reyes 10:9).  Aún más gloriosas que las bendiciones materiales y de justicia que disfruta Israel en Salomón son la justicia y la misericordia de Jehová.
         Y en este punto alto terminamos la séptima unidad de la Biblia, las lecturas sobre el establecimiento de la monarquía en Israel, que se extiende de Rut 1 hasta 1 Reyes 10.  ¡Cuán diferentes son que las lecturas del libro de Jueces!  Jehová redimió a Israel del ciclo del declive espiritual por establecer a su ungido (David y luego, Salomón) en su ciudad escogida (Jerusalén), por acompañarlo por un sacerdocio fiel (la casa de Zadoc), por multiplicar a los israelitas en la tierra prometida y por darles la paz y la prosperidad entre todos sus vecinos.  Su pueblo refleja su dominio justo y disfruta las bendiciones de ser su tesoro especial. ¡Alabado sea el nombre de
Jehová!
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1 Reyes 8 y Salmo 144

13/4/2012

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         Hoy entramos a ver la dedicación del templo, uno de los momentos culminantes de toda la historia de la relación entre Jehová y su pueblo en todo el Antiguo Testamento.
         Note que tiene lugar: En el mes de Etanim, que es el mes séptimo, en el día de la fiesta solemne (1 Reyes 8:2).  Por el mes y la extensión de la celebración (siete días a que añaden otros siete más por el gozo de la dedicación, 1 Reyes 8:65), entendemos que es la fiesta de los tabernáculos lo que celebran junto con la dedicación del templo.  Acuérdese que Jehová les mandó sobre esta fiesta que: Todo natural de Israel habitará en tabernáculos, para que sepan vuestras descendientes que en tabernáculos hice yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto (Levítico 23:42-43).  Igual como leímos el anuncio monumental sobre la construcción del templo hace dos capítulos: En el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto…comenzó a edificar la casa de Jehová (1 Reyes 6:1), ahora en capítulo 8 tenemos otro recordatorio de la fidelidad de Jehová por los siglos, desde el éxodo hasta el tiempo presente, por la celebración de la fiesta de los tabernáculos junto con la dedicación del templo. 
Hace más impactante aún la observación y bendición de Salomón: Bendito sea Jehová, que ha dado paz a su pueblo Israel, conforme a todo lo que él había dicho; ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo, ha faltado (1 Reyes 8:56).  Estamos en un momento inolvidable y culminante en la fidelidad de Jehová a su pueblo.
         Los enlaces de la fidelidad continúan con la Presencia de Jehová en el templo. 
El libro de Éxodo cerró con la llegada de la Presencia de Jehová a morar en el tabernáculo: Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo.  Y no podía Moisés entrar en el tabernáculo de reunión, porque la nube estaba sobre él, y la gloria de Jehová lo llenaba (Éxodo 40:34-35).  Pastoreó Jehová a su pueblo en todas sus jornadas después: Cuando la nube se alzaba del tabernáculo, los hijos de Israel se movían en todas sus jornadas;
pero si la nube no se alzaba, no se movían hasta el día en que ella se alzaba (Éxodo 40:36-37).  Ahora confirma Jehová su presencia con Israel en el nuevo templo por aparecer de igual forma: Cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová. Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová (1 Reyes 8:10-11).  Y la llegada de su Presencia a morar en el templo, un lugar fijo, le da esperanza al pueblo que la paz y el descanso que disfrutan ahora sean
permanentes: Yo he edificado casa por morada para ti, sitio en que tú habites
para siempre (1 Reyes 8:13).
         Otra asociación con el éxodo y la Presencia de Jehová es el arca del pacto.  Sirve como parte central del templo igual como sirvió en el tabernáculo (1 Reyes
8:6). Además del arca es lo que contiene: En el arca ninguna cosa había sino las dos tablas de piedra que allí había puesto Moisés en Horeb, donde Jehová hizo pacto con los hijos de Israel, cuando salieron de la tierra de Egipto (1 Reyes 8:9).  La atención a los Diez Mandamientos va a motivar las peticiones de Salomón por el perdón de pecados.  Despierta el reconocimiento del pecado.
         Note la centralidad de la oración no sólo en este día de la dedicación sino también en todo el culto relacionado en el templo: Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh Jehová Dios mío, oyendo el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti (1 Reyes 8:28). Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona (1 Reyes 8:30).  Tú oirás desde el cielo y actuarás (1 Reyes 8:32); tú oirás en los cielos (1 Reyes 8:34, 36, 39, 43, 45,
49).  Estén, pues, atentos tus ojos a la oración de tu siervo y a la plegaria de tu pueblo Israel, para oírlos en todo aquello por lo cual te invocaren (1 Reyes 8:52).  Claro que este énfasis en la oración no es a la exclusión de los sacrificios que
dominaban en el culto del tabernáculo (véase sólo 1 Reyes 8:5, 63-64 por la
importancia continua de los sacrificios).  Simplemente hace destacar la importancia de la oración en la relación del pueblo de Israel con su Dios vivo y el templo como el lugar consagrado para hacerla.
         Note también que las peticiones de Salomón son dirigidas por la reflexión en la revelación de Jehová hasta ese momento.  Hacen eco con las listas de maldiciones por la desobediencia al pacto según Levítico 26:14-45 y Deuteronomio
28:15-68.  Celebran el pacto de Jehová con su ungido David (1 Reyes 8:15-21, 24-26). 
Reconocen el dominio justo de Jehová (1 Reyes 8:31-32), su deseo de bendecir a las naciones por Israel (1 Reyes 8:41-43, 60) y el aprecio de Israel como el tesoro especial de Jehová (1 Reyes 8:53, de acuerdo con Éxodo 19:5 y Deuteronomio 7:6). La oración de Salomón es el fruto de la devoción a Jehová y su palabra.  Como tal, es una petición ejemplar que descansa en la fidelidad de Jehová por el pacto y mira hacia el futuro por el cumplimiento continuo de sus promesas.
         En resumen, este capítulo nos dirige por la gloria de Salomón y el templo a la gloria del Dios único, Jehová, digno de adoración y oración: Jehová Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos, los que andan delante de ti con todo su corazón (1 Reyes 8:23).  Que todos los pueblos sepan que Jehová es Dios, y que no hay otro (1 Reyes 8:60).
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1 Reyes 6 - 7 y Salmo 48

12/4/2012

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         Hoy empezamos con un anuncio que nos hace saber que esta lectura va a ser monumental: En el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto, el cuarto año del principio del reino de Salomón sobre Israel, en el mes de Zif, que es el mes segundo, comenzó él a edificar la casa de Jehová (1 Reyes 6:1).  La edificación del templo en Jerusalén es digna de ser comparada con el éxodo de Egipto, como dos evidencias culminantes del plan de Jehová por su pueblo.
         También se ve su importancia en el tamaño del edificio en comparación con el tabernáculo.  Es dos veces más largo que el tabernáculo, dos veces más ancho y tres veces más alto (1 Reyes 6:2 con Éxodo 26:15-22, notando que la longitud de cada tabla (10 codos) será utilizado para la altura del tabernáculo, no su largura).  Es comparable en tamaño con otros templos grandes de la época en Siria (Alfred J. Hoerth, Archaeology and the Old Testament; Baker Books, 1998: pág. 281).
         No hay tanto detalle sobre el templo como hay del tabernáculo en el libro de Éxodo.  La descripción del templo en 1 Reyes 6 se fija en diferencias con el
tabernáculo como el uso de ventanas, la construcción de aposentos alrededor del
templo y el uso de piedras labradas y puertas de madera.  También hay muchos detalles sobre el interior del templo, lo que la gran mayoría de los israelitas nunca iban a ver.  El énfasis en el oro, los querubines y las decoraciones sirven con la información de 1 Reyes 4 – 5 para impresionarnos con la gloria, la grandeza y la organización con que Jehová le ha bendecido al pueblo por su ungido Salomón.
         Con la misma admiración debemos leer 1 Reyes 7.  Algunos desean criticar a
Salomón porque pasó más tiempo en la construcción de su propia casa que en la
del templo, pero no hay ninguna evidencia de crítica al Salomón en el texto por eso, ni ninguna mención de las muchas razones que pueden haber causado demoras en la construcción.  Simplemente continúa la misma explicación con admiración por todo el capítulo, no sólo de la casa del bosque del Líbano sino del templo otra vez, ahora para admirar sus columnas de bronce, el mar (que contiene unos 54,600 litros de agua), las basas de bronce para agua y los demás utensilios de bronce y enseres de oro.
         Y buenas noticias llegan al final del 1 Reyes 7: Así se terminó toda la obra que dispuso hacer el rey Salomón para la casa de Jehová (1 Reyes 7:51). Hace eco del anuncio con que Moisés terminó la construcción del tabernáculo: Así acabó Moisés la obra (Éxodo 40:33).  Sólo falta, como en Éxodo 40:33, lo más importante de todo, la Presencia de Jehová.  Ya había prometido: Con relación a esta casa que tú edificas, si anduvieres en mis estatutos e hicieres mis decretos, y guardares todos mis mandamientos andando en ellos, yo cumpliré contigo mi palabra que hablé a David tu padre; y habitaré en ella en medio de los hijos de Israel, y no dejaré a mi
pueblo Israel (1 Reyes 6:12-13).  Vamos a ver en la lectura de mañana cómo responde Jehová.
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1 Reyes 4 - 5 y Salmo 72

11/4/2012

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         Si no prestamos atención entre tantos nombres y números en 1 Reyes 4 – 5, puede ser que pasamos por encima de algunos de los cumplimientos más impactantes de las promesas de Jehová en toda la Biblia hasta este punto.
         Acuérdese que Jehová les dijo a Adán y Eva: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra (Génesis 1:28).  Ahora en 1 Reyes 4 – 5 no es por accidente que leemos sobre la multiplicación de Israel (1 Reyes 4:20), sobre la organización para el mantenimiento de la casa real, sobre la extensión de la sabiduría de Salomón que puede disertar sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared (1 Reyes 4:33) y sobre los acuerdos y la organización del labor para la construcción del templo.  Por la gracia de Jehová los israelitas han fructificado y se han multiplicado; han llenado la tierra prometida y la sojuzgan, señoreando sobre toda esta parte de la creación para que mantenga a los seres humanos con vida y produzca un templo para la gloria de Jehová.  Por la sabiduría que Jehová le ha dado a Salomón, el dominio justo de Jehová sobre toda la creación se está poniendo en evidencia en la tierra, exactamente como mandó al
principio.
         Más específicamente, cumple las promesas que dio siglos antes a un solo hombre que anduvo en esa misma tierra como extranjero.  Haré de ti una nación
grande (Génesis 12:2); de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar (Génesis 22:17).  Y ahora: Judá e Israel eran muchos, como la arena que está junto al mar en multitud, comiendo, bebiendo y alegrándose (1 Reyes 4:20).
         A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates (Génesis 15:18).  Y Salomón señoreaba sobre todos los reinos desde el Éufrates hasta la tierra de los filisteos y el límite con Egipto…  Él señoreaba en toda la región al oeste del Éufrates, desde Tifsa hasta Gaza, sobre todos los reyes al oeste del Éufrates; y tuvo paz por todos lados alrededor (1 Reyes 4:21, 24).
         Serán benditas en ti todas las naciones de la tierra (Génesis 12:3); en tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra (Génesis 22:18). Salomón
señoreaba sobre todos los reinos desde el Éufrates hasta la tierra de los filisteos y el límite con Egipto; y traían presentes, y sirvieron a Salomón todos los días que vivió (1 Reyes 4:21).  Era mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los egipcios…  Para oír la sabiduría de Salomón venían de todos los pueblos y de todos los reyes de la tierra, adonde había llegado la fama de su sabiduría (1 Reyes 4:30, 34).
         Todas estas promesas se realizan por el ungido de Jehová que ejerce dominio y diplomacia para cumplir otra promesa más reciente del Señor de los señores: Tu sabes que mi padre David no pudo edificar casa al nombre de Jehová su Dios, por las guerras que le rodearon, hasta que Jehová puso sus enemigos bajo las plantas de sus pies.  Ahora Jehová mi Dios me ha dado paz por todas partes; pues ni hay adversarios, ni mal que temer.  Yo, por tanto, he determinado ahora edificar casa al nombre de Jehová mi Dios, según lo que Jehová habló a David mi padre, diciendo: Tu hijo, a quien yo pondré en lugar tuyo en tu trono, él edificará casa a mi nombre (1 Reyes 5:3-5).
         Y así entendemos estos capítulos de 1 Reyes hasta capítulo 10, los últimos de la séptima unidad de la Biblia: las promesas de Jehová a Abraham están produciendo fruto.  La casa del ungido de Jehová ha sido establecida, y gobierna en justicia y paz como prometió siglos antes.
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    Rev. Ken Kytle, pastor de la Iglesia bautista La fe en Cristo cerca de Atlanta, Georgia, EEUU.

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